Hablar de amor.

Hablar de amor en este tiempo tan convulso,

se dificulta para los que sufren desesperanza,

su dolor los deja ciegos y la depresión, incluso

los pone tristes, y los hace perder la confianza.

 

Hablar de amor, resuelve siempre lo inconcluso,

alegra el corazón y regresa a la vida la esperanza,

el que ama a Dios, por ello es libre y no recluso

de los pensamientos que amenazan la templanza.

 

Hablar de amor, es estar consciente del recurso,

que el Señor nos obsequió, con la nueva alianza,

al sellar el pacto de amor, para marcar el curso

a seguir, y entrar al reino, con oración y alabanza.

 

Hablar de amor, es hablar de los dos en el trascurso

para allegarnos en espíritu la gloria sin tardanza,

al lado de Jesús, que cumple su palabra y su discurso,

“El que cree en mí vivirá para siempre”. Fe y confianza.

 

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