Las relaciones de pareja, en ocasiones, parecieran naufragar en la inconsciencia de poner a prueba no solamente la tolerancia, sino la fortaleza del amor que unió a dos seres, que en su origen, depositaron todo lo que son en la confianza de saberse una sola carne.

Comparto con mis estimados lectores la siguiente inspiración poética, en un viernes que se antoja para amar y ser amados.

NI SANTO, NI DIABLO, SOLO HOMBRE

Cuando suelo no ser el hombre manso y santo que deseas,
y resulto ser el despiadado diablo de tus tristes frustraciones,
débil y vulnerable soy, te digo, aunque por tu bien no lo creas,
lento en aprender la sabiduría de la amada vida y sus lecciones.

Decir no a mis naturales deseos, para que de enojo no te mueras,
me condena a mantener buen ánimo, para las buenas relaciones.

sacrificio exiges, al defender tu inquebrantable voluntad a ciegas,
dividiendo a mi entender y a mi espíritu, en ríspidas fracciones.

No quiero ser más rehén de mi conciencia, cuando así lo quieras,
quiero que escuches atenta y compasiva mis motivos y razones,
sólo así puedes de mi ser, obtener acciones sutilmente placenteras,
que te hagan por mi voluntad, la dueña de mis fieles emociones.

Pero, esta dualidad de diablo y santo, por la que tanto desesperas,
no es por mi voluntad y mi deseo, la causante de tus tristes decepciones,
es la prueba que Dios nos puso, a ti, para que llegara la luz y despertaras,
y a mí, para valorar la solidez del amor que une a nuestros corazones.

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