El amor verdadero siempre llega a través de una mirada, pero no es una mirada cualquiera, porque en ella se conjugan la inocencia, la ternura y la pasión. La inocencia es garantía de pureza, es ajena a todo sentimiento que busca sólo poseer el cuerpo, es la forma más sublime y sincera de llegar a tocar el alma, y sentir cómo ésta se estremece de gozo, al ver en aquella otra persona, el paraíso donde guarda reposo el sentimiento más hermoso que el Creador derramó sobre el planeta. La ternura, es la vital esencia del amor, que emana de un corazón enamorado, que habiendo sido desconfiado por abandonar el claustro materno tan amado, se deja ahora acariciar por la energía que desborda de otro corazón, que había sido reservado por Dios para ti, para resguardar su espíritu en un sólo cuerpo consagrado. La pasión resulta ser la divina fusión del cuerpo y del espíritu, para dar cabal cumplimiento al mandato del Señor, para dar fe de su promesa de llegar íntegros a la eternidad, donde él nos espera para ocupar nuestro lugar en el universo infinito donde opera.
El amor verdadero te hizo ver a través de la ventana que conduce a mi entera transparencia, para enterarte de que la mitad de ese espacio en mi interior estaba esperándote, para que en comunión, pudiésemos con nuestras divinas esencias, tener un motivo de identidad plena como hijos de Dios aquí en la tierra.
El amor verdadero siempre llega a través de una mirada, tú me miraste como si siempre me hubieras conocido, y yo, no dudé en abandonar todo lo que era hasta el momento en que te miré con inocencia, con ternura y con pasión como era de esperarse, para ser eternamente tuyo.
¡Feliz Día del Amor y la Amistad!

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