Si acaso me encuentras dormido, cuando debía estar alerta, yo te pido amigo mío, me despiertes, aunque no quiera; no vaya ser que en un descuido, de tanto soñar en ella, encuentre cerrada la puerta, para regresar y atender en vida, lo que me entristece y desconcierta. Y es que voluntad tengo, pero la verdad, me falta la fuerza, para responder como debiera. Yo sé que no soy cualquiera, y que no lo había sido antes de conocerla, tenía pues mi dignidad entera; con todos y en donde quiera, era yo un caballero, respeto… no lo pedía, porque la gente, respetarme solía; reconocían en mí a un hombre sincero y de fiar. Que si era feliz así, claro que sí lo era, qué más podía pedir, si sólo necesitaba sonreír, para que el mundo entero me saludara con mucho afán, porque sabían que siempre estaba dispuesto a ayudar al que necesitara de mí; y además, lo digo con humildad, tenía fama de ser honesto y más. Sí querido amigo, en verdad te digo que era feliz, es más, deseaba que la luz del día se quedara siempre junto a mí, para seguir despierto gozando con alegría lo que Dios había dispuesto para mí. Y sí, no puedo negarlo, la llegada de la noche me entristecía, pero no por eso me negaba a dormir, porque era tan afortunado, que podía soñar en aquello que me hacía feliz; pero todo cambió aquel día, cuando parecía que el sol brillaría sólo para mí, porque así lo creía, porque así lo sentía; aquel funesto día, el hermoso cielo azul hasta donde llegaban las buenas vibras de mi alegría, de pronto se vio ensombrecido por una nube gris; y bastó sólo un momento de oscuridad en mi vida, para caer en aquel profundo sueño, donde jamás volví a ser el dueño de lo que salía de mí. Por eso necesito de ti, querido amigo, tú que velas mi sueño, que me conoces desde niño, que me hablas al oído cuando parezco perdido en un desierto sin fin; te necesito para volver a sonreírle a la vida, para irradiar la alegría que por ti conocí, por eso y más Jesús, amigo mío, quédate conmigo.
Correo electrónico:
enfoque_sbc@hotmail.com