De sentir, lo siento.
Quisiera pensar que todo sigue igual, pero mentiría, aunque, a decir verdad, ese interés muy mío de ver y de sentir lo que ayer me hacía reír y me hacía llorar, me hace suponer que ayer, igual que hoy, lo que me movía era el amor que sentía por todos y por todo lo que hacía, y como suele suceder en la vida, ni todo es tan dulce como la miel, ni tan amargo como la hiel, más, encontrar el estado perfecto del ser, requiere de probar el sabor que nunca se olvida.
Quisiera decir con toda sinceridad, que no me ha dolido el caer, pero el dolor que siento y sentía es tan real, que, aunque en ocasiones no lo merecía, el dolor de mis seres amados siempre me dejaba abierta una herida, y hacía de su dolor una dolencia mía.
No es el aire, la tierra o el viento, la residencia de mi padecer incierto, es el descontento de mi corazón inquieto, por no poder entender, por qué para ahogarse, unos prefieren la inmensidad de la arena del desierto, mientas otros, para esconder sus lágrimas, prefieren la serenidad de un mar en calma cuando pasó la tormenta.
Quisiera decir, que, de sentir tanto, lo siento, y aunque no fuera el momento en el tiempo preciso, el dolor que se lleva por dentro, no tiene ninguna fecha de vencimiento cuando no se perdona una ofensa, al no creer en el sincero arrepentimiento del corazón.
Quisiera decir que con el tiempo se pierde hasta el color del argumento que nos da el pretexto de seguir fingiendo que no pasa nada, pero el cúmulo de acciones y palabras confusas y enredadas, las dichas y las que permanecen en esa boca sellada para tratar de mantener el equilibrio entre el dicho y el hecho, cuando se pisotea el derecho de los que anhelan vivir en esa paz simulada, cuando la verdad el fuego que llevan dentro, les quema las entrañas.
Patrañas y más patrañas, se duerme con el temor de no despertar mañana, no porque el gran Señor y creador del Universo lo quiera, sino por el hecho de parecer que los que habitamos la tierra ya no queremos habitarla y todo porque la mentira es hoy la lengua universal de moda, que a todo ser ambicioso que idolatra el poder, le acomoda para seguir exhibiendo sin freno su locura, mientras los demás perdemos la cordura por no querer saber, por no pensar o simular que todo sigue igual que ayer.
De sentir, lo siento por todos, por los que en verdad se preocupan, pero nada pueden hacer, por los que pudiendo hacer algo prefieren seguir fingiendo y por los que no saben lo que hacen y esperan que Jesucristo en la cruz le pida al Padre celestial que los perdone.
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