Las amadas ovejas
En las miradas distantes encuentro intenciones perdidas,
en las palabras calladas, un adiós, o una cruel despedida,
de los recuerdos en el olvido de una amistad casi perdida,
que a la vida le reclama, el tiempo extraviado en la nada.
A la distancia avizoro, la intención a causarme una herida
mientras busco e imploro, el motivo de la aflicción referida,
que invita a ponerse triste o a vivir con el alma resignada,
y sentirme culpable de mantener siempre mi luz apagada.
Que el Señor me perdone por mi perenne actitud renegada,
me acompañe y me ilumine, en la vil oscuridad indeseada,
para no perderme, repitiendo una historia de vida pasada,
cuando puedo renacer con Jesús, a una nueva vida deseada.
En las miradas distantes ahora veo las divinas figuras aladas
de tus ángeles celestiales, heraldos de tus palabras sagradas:
“Estad ciertos que yo mismo estaré siempre con vosotros,
hasta la consumación de los siglos” mis tan amadas ovejas.
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