Esposa y mujer

No sé qué estabas pensando cuando me viste la primera vez, pero a mí me pareció que necesitabas de alguien que te escuchara, tal vez esté yo equivocado, pero, a mí me pasó lo que, a ti, cuando mi alma desesperada buscaba refugio, para resistir el embate de aquella interminable tormenta de dudas que me aquejaba. Recuerdo que en aquellos momentos de extrema confusión y tristeza me preguntaba ¿Qué es el amor? Y no es que no lo supiera, no, al menos como yo lo concebía, y que definía como toda aquella maravillosa y gratificante energía que emanaba del corazón de la única persona, que después de Dios, me hacía sentir el ser y el estar; sí, de ella, de una mujer, de mi madre, todo cariño y toda ternura, todo renuncia y toda entrega; tal vez por eso, con ese invaluable ejemplo, empecé la búsqueda del amor en los demás, y para mi sorpresa, sólo encontré fragmentos de una especie de rompecabezas de vida, que me parecía imposible de armar, porque siempre encontré que le faltaban piezas para definir el verdadero amor; y es entonces, cuando uno decide asomarse al interior de las personas a través de la mirada, no una mirada cualquiera, sino una mirada que deja entrever una enorme necesidad de ser amado, eso, para preguntarle directamente al  alma, qué es lo que necesita para sentirse completa.

No sé qué estabas pensando cuando me viste la primera vez, pero yo encontré en tu mirada, una valiosa oportunidad para sanar, lo que, al parecer, te estaba afectando, y no puedo explicar el por qué, a mí también me afectaba, tal vez, porque mis heridas de ayer aún estaban sangrando, pero, es difícil de entender cuándo se pierde la esperanza y la fe, cuando hay personas que se aprovechan de tu vulnerabilidad de mujer.

No sé qué estabas pensando, porque más que pensar, yo pude sentir lo que te estaba pasando al recordar el ayer, cuando a la mujer que más he amado en la vida, estaba sufriendo, por no ser amada como esposa y mujer.

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