A tu manera de mirarme.

Cómo me hace falta que me mires,

que me veas con la misma ilusión que me animaba,

que recuerdes que siempre estoy en la espera tan deseada,

para sentirme renacer en el verde claro de tu límpida mirada.

Que me miras, que te veo, y que estando ya tan cerca,

mis labios rocen a los labios tuyos, los que fueron míos

y tus labios besen a los míos, los que fueron tuyos

y ahora desesperan por sentirse vivos.

Cómo me hace falta que me digas que me quieres,

aunque tengas gran apuro y tu tiempo no sea mío,

cómo me hace falta que recuerdes,

que siempre he sido tuyo.

Y ahora mírame tan sólo una vez,

aunque tu orgullo me obligue a padecer

con doloroso disimulo,

esa prisa que tienes por saber,

si mi amor es capaz de fenecer,

esperando que regrese ese mirar

que me hacía estremecer,

sabiendo que más tarde, al anochecer,

ni dudas, ni miedo, ni orgullo,

podrán establecer un motivo suficiente,

para que seas mía, para que sea tuyo.

Veo en tus ojos hermosos un conocido brillo tan especial,

que cuando me observas callada no puedo ni respirar.

Son como el agua y el aire, son para mí algo esencial,

dan luz a mi vida y al mundo lo hacen gustoso girar.

Maravillosos luceros que adornan tu rostro angelical,

despierto parece que sueño y los sueño de tanto admirar.

Claro es su bello tono y el rayo se filtra como en un cristal,

curioso me asomo y a tu alma preciosa deseo encontrar.

Sedoso es el pelo que adorna tu cuello tan personal,

carnosos tus labios, que ardiente y ansioso deseo besar.

Tu cuerpo armonioso espera el encuentro confidencial,

regalo glorioso, con celo furioso deseo por siempre yo amar.

La cálida noche, cobija amorosa encuentro tan pasional,

se funde el anhelo, el abrazo, el dulce suspiro, y luego callar,

regresa la calma, después de la furia de aquel vendaval

y veo en tus ojos hermosos, un conocido brillo tan especial.

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