El amar no es una costumbre.
Sí, en verdad te extraño, ya no puedo vivir más en el engaño
de sentirme fuerte, pues no soy el joven arrojado y con suerte,
que enamorado sentía tener en tu corazón un sitio reservado.
No, ya nada es como ayer, ahora el brillo de los días felices,
se refleja en el dolor de las claras cicatrices, de las tardes grises
que marcaron los momentos, de los indeseados desencuentros.
Marcho ahora con los pies cansados, por los intentos fracasados
para llegar a tu corazón, y convencerte, de que me asiste la razón
cuando digo que te quiero sólo para mí, que soy más que sincero.
No soy ágil como ayer, las cosas no son fáciles para ser el primero
en decirte que eres tú lo que más quiero, y en mi afán, me esmero
para estar siempre cerca de ti, como aquel día que te lo prometí.
Quiero que comprendas, que de amor son las súplicas y ofrendas,
que traigo siempre para ti, que siendo necio en mi sentir pretendo,
que vivamos nuestro tiempo en la dulce armonía sin contratiempo.
Amar, no es una costumbre, es tener la dicha de una luz que nos alumbre,
cuando el tiempo se empeña en volvernos viejos, cuando en los espejos,
por más cansados, reflejan un alma joven, por vivir siempre enamorados.
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