Y mira cómo he llegado a extrañarte, a pesar de tenerte a mi lado, y es que habiendo hoy tanto tiempo para decirte que te amo, mejor espero que las horas se vayan pasando con simulada tranquilidad y alegría, para que no se rompa el encanto, y así, esperando con ansia, aún mas desesperado, llegue la magia que nos ofrece la noche, para podernos amar, como siempre lo hemos deseado; porque ambos sabemos que estamos tan enamorados, que incluso, con los ojos vendados, podría encontrarme contigo a cualquier hora del día, tan sólo siguiendo el aroma, de tu cuerpo por mí tan deseado.
Vaya que el tiempo ha pasado, como pasa el frío invierno por el más hermoso jardín, aparentando darle su fin, por pensar erróneamente que es despiadado, cuando los dos sabemos que el fin, que el fin, es el principio de un nuevo renacer, para ver y sentir florecer, lo que juntos, con tanto amor, hemos cultivado.
Y déjame seguirte viendo con tal precisión y calma, para que no veas en la insistente mirada, al hombre tristemente desesperado, que sólo puede consentirse vivo y feliz en la vida, estando siempre a tu lado; y mírame, mírame con esa mirada muy tuya, tan profunda y sutil, que pudo ver a través de mis ojos, el alma que sabías, sería sólo para ti.
Sí, ya lo sé, no soy el hombre perfecto, tengo uno y mil defectos, y el más grande de ellos, podría ser, el haberme enamorado de ti, porque sé que tú merecías que en tu hermoso jardín y en tu fructífero huerto, no llegara mi indeseado invierno, porque deseaste sólo ver florecer las virtudes que debí tener, para no sentir como muerto, el amor que siempre te di.
Soy como la flor del desierto, que para existir, sólo necesita una mirada tuya para vivir, porque al mirarme, y saber que eres mía, mis lágrimas… mis lágrimas regarían el eterno amor que siento por ti.
Correo electrónico:
enfoque_sbc@hotmail.com