Cuando te dé de frente el amable viento del bendito don de la preciada sabiduría, al viajar por el inmenso espacio donde abunda la paz y la alegría, el mismo viento que te parecía otrora indiferente y que hoy te permite ejercer con plena libertad tu derecho a disfrutar lo bueno de la vida, pareciendo con ello despejar tu cansada mente, de todo aquel inconveniente que te empieza a preocupar y es motivo, en ocasiones, de tristeza y melancolía; sentirás entonces cómo en ello se va también la pesada idea de que querer renunciar a lo que te da felicidad, pretextando que todo es causado por tu mayoría de edad al tomar el tiempo como el único referente entre el pasado y el presente.

Volar si puedes, aprovechando el intento tan preciado de vencer las resistencias que te mantienen atado a un pensamiento censurado, por ser tu propio juez y haberte condenado sin misericordia por no amarte como debería de ser; volar, aprovechando la elocuencia con la que dispersas la abundancia de la riqueza de sentirte hoy tan afortunado, no por ocurrencia, sino por la experiencia de haber logrado trascender a otro plano del saber, que te demuestra, que no estas equivocado, pero que por considerarlo un pecado, tenías que conceder.

Cuando te dé de frente el amable viento del saber, no lo desprecies, pensando que a ti no te ha de corresponder el resolver aquello que a muchos se les ha negado conocer.

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