Le cuento estimado lector, que por cuarto año al hilo México retrocedió en el Índice Global de Estado de Derecho, estamos en el lugar 115 de 140 países evaluados.
Es una vergüenza nuestro Estado de Derecho, de acuerdo a la medición de World JusticeProject, que toma en cuenta 1) límites al poder, 2) ausencia de corrupción, 3) gobierno abierto, 4) derechos fundamentales, 5) orden y seguridad, 6) cumplimiento regulatorio, 7) justicia civil y 8) justicia penal.
¿Qué nos dice esto? Muy sencillo: potencial económico y social sobra en este país, pero sin avanzar en el fortalecimiento de nuestro Estado de Derecho nunca estaremos dentro de los primeros lugares en materia de competitividad.
Porque, ¿Cómo aspirar a que atraigamos más y mejores inversiones si no hay orden y seguridad?
¿Cómo aspirar a alentar a más empresarios para que arriesguen su capital y generar empleos, si la corrupción continúa a niveles muy altos?
¿Cómo aspirar a que haya más igualdad, más oportunidades y paz, si no se respetan cabalmente por las autoridades administrativas y jurisdiccionales los derechos fundamentales de las personas?
¿Cómo aspirar a que haya confianza de la gente en sus autoridades electas, si seguimos sin contar con gobiernos abiertos?
¿Cómo aspirar a que la mayoría respire un ambiente de tranquilidad, cuando la justicia civil es tan lenta y la penal una vergüenza en este país?
¿Cómo le hacemos para seguir aspirando? ¿Se puede? ¡¿Cómo le hacemos si, somos el lugar 115 de 140 países evaluados en materia de Estado de Derecho, y para nuestros gobiernos no es ni tema prioritario?!
Sin certeza jurídica no avanzaremos, se necesita orden para el desarrollo, y la ley es la herramienta para alcanzarlo. Sí, la ley es la ley, aunque algunos no lo entiendan.
Es urgente, en serio, detener este deterioro al Estado de Derecho, pues de seguir así, el desaseo administrativo y jurídico de las instituciones públicas influirá cada vez más en la insatisfacción colectiva del rubro calidad de vida.