Por lo usual, histórico y menospreciado, el problema de la recolección de basura urbana ha sido tomado por la sociedad, sin importar el municipio de origen, como la “normalidad”.
Inaudito, pero en la percepción generalizada es normal que los desechos invadan la vía pública y es normal que nunca haya camiones recolectores suficientes para cumplir la tarea de removerlos.
Lamentablemente, la mayoría ya nos acostumbramos a padecer esa “normalidad” y también es normal que los nuevos ayuntamientos empiecen con el pie izquierdo en ese servicio. Prácticamente todos –siempre hay excepciones– se topan con unidades destartaladas en el mejor de los casos o inservibles en el peor.
Es comprensible que estén los vehiculos en esas condiciones después de tres años. Recorren en muchos casos zonas intransitables y no son conducidos precisamente por pilotos expertos o por lo menos cuidadosos.
Lo que no se entiende, es la visión de administraciones publicas como la de Victoria, en donde la Dirección competente –no tanto– trata de justificar su falta de cobertura del servicio sólo con el hecho de que la flotilla de camiones está incompleta o en malas condiciones.
Queda claro que no hay suficientes unidades, pero lo que resulta oscuro es por qué éstas se destinan sólo a unas rutas y abandonan otras totalmente. En unas el servicio se cumple dos o tres veces por semana pero en otras se suman más de 20 días sin que se vean señales del anhelado camión.
¿Acaso hay viviendas o ciudadanos de primera o de segunda?
¿Por qué sucede esto?
La respuesta parece ser la desorganización.
Me permito invitar al flamante titular capitalino de Limpieza Püblica o como se llame su área, a mantener fuera de su hogar o negocio durante semanas, una o dos toneladas de basura en estado de putrefacción, con alimañas y emanaciones tóxicas que son un grave riesgo para la salud. Y si lo ha experimentado, peor aún, porque aún sufriendolo no actúa en consecuencia.
Y aclaro: No hablo de adquirir nuevas unidades, cuyo costo las hace tan lejanas como el sol, sino de rediseñar temporalmente esos recorridos para cubrir mayor territorio.
La postura de tirarse a la hamaca y pronosticar que este problema sanitario se prolongará por meses, hace imperativo ese ajuste, inspirado en este caso en la conocida frase popular que reza “o todos coludos o todos rabones”.
Me recuerda todo esto una vieja historia argentina, en donde los asistentes a un cine en donde no había baños, si se sentaban en luneta tenían que sufrir la amarillenta humedad procedente de gayola, como le llamaban a la parte superior de la butaquería, en donde todos iban a aliviar su vejiga con el sencillo procedimiento de descargarla en los infortunados que se sentaban abajo.
Las víctimas aceptaban su suerte moviéndose cada vez que surgía el efluvio, pero uno de ellos que sintió directamente el aromático baño, le gritó furioso al de arriba:
“Oye ché, como se ve que no eres de aquí, ¡repártela!”…
Igual debe suceder con los camiones recolectores, señores de Limpieza Pública en la capital tamaulipeca.
¡Repártanlos!…
LOS MOTIVOS DE MORENA
Me parece una actitud inmadura y captichosa, la asumida por la fracción morenista en el Congreso del Estado, sobre las diputadas que se adhirieron al PAN.
Retirar sus nombres del directorio en la página “web” de ese Poder es una decisión similar a la del chiquillo que se lleva el balón porque no le dieron la posición que él quiere en el equipo, por la sencilla razón de que él es el dueño del esférico. O él decide la alineación o nadie juega.
Si van a responder con niñerías similares a otros situaciones adversas, no parece que cumplirán su compromiso de ser una mejor legislatura que sus antecesores panistas…
LA FRASE DE HOY
“La única diferencia entre un capricho y una pasión de toda la vida, es que el capricho dura un poco más“…
Oscar Wilde