He tenido la satisfacción en mi vida profesional, de colaborar en dos etapas en el periódico El Mercurio de Tamaulipas. Las dos veces en el mismo puesto: Director Editorial.

Sería ocioso enumerar o describir las experiencias vividas durante los años que me ha tocado en suerte desempeñar esas responsabilidades. No pretendo cansar a mis dos lectores con un recuento de esa naturaleza.

Sin embargo, si me permiten, en su lugar quiero dar un vistazo a una parte de ese pasado, reflejado en uno de los balances más gratos que puede proporcionar la vida: Los amigos.

No siempre coincidimos en los tiempos, pero el compartir en alguna ocasión con ellas y ellos la experiencia de teclear en esa redacción, antes, después o al mismo tiempo, brinda un lazo especial.

Algunos son más viejos que otros y lo reconozco, algunos más cercanos también, pero todos con elcomún denominador de haber trabajado en El Mercurio y haber puesto su grano de arena para mantener a este cotidiano como referente de la comunicación colectiva hasta casi alcanzar el medio siglo de ser testigo y actor del desarrollo del Estado y desde luego, muy especialmente, de esta capital,Ciudad Victoria.

Podría parecer una lista larga de nombres, pero a la vez es corta porque hubiera querido que fuera más amplia.

Si cometo una omisión, ofrezco una disculpa sincera a quienes pueda afectar. La memoria no es muy confiable a estas alturas. Son nombres sólo de quienes ya no están en esta casa editora, pero dejaron como periodistas una huella que nadie podrá borrar:

Pedro Alfonso García Hernández; Eduardo Pérez Castañeda, Luis Miguel Diez Cuán, Carlos López Arriaga, Roberto Sepúlveda, Carlos F.Salinas, Víctor Contreras, Azahel Jaramillo, Homero Treviño, Casimiro Basoria, Francisco Cuéllar, Luis Arturo Luis, Mario Chávez, Juan Antonio Montoya, Ricardo González de la Viña, Noé Rodríguez, José Walle, Arnoldo García, Karla Cabrera, Gabriel Puga, Alberto Guerra Salazar, quien aún enaltece la opinión de este medio y muchos más que no me alcanza el caletre para honrarlos así sea con estas modestas líneas.

Algunos ya se adelantaron en el camino para confirmar lo que decía el maestro Alfonso Pesil Tamez: Los mejores se van primero.

Con la mano en el corazón, reciban todos, incluidos a quienes no nombré pero son parte entrañable de mi oficio, un doble reconocimiento. El primero por su profesionalismo incuestionable; el segundo, por aceptarme como amigo y permitirme compartir su talento.

A todos mi estimación y respeto. Sin ellos, los 48 años de El Mercurio estarían vacíos…

UN RECUERDO ESPECIAL

En un capítulo aparte, me permito dar un testimonio de gratitud al fundador de esta casa editora, Don José Villarreal Caballero.

No siempre coincidimos, no siempre congeniamos, pero recibí de él un respeto total a mi trabajo y a mi persona. Aprendí de él no sólo a ser mejor periodista, sino a entender mejor el escabroso mundo de la política y la vida pública. Mi mejor recuerdo para Don José y mis mejores deseos para su hijo y Director General de este periódico, el Licenciado Antonio Villarreal Saldívar,

Ahora, a esperar el medio siglo. Bienaventurados los que lo vivan…

Twitter: @LABERINTOS_HOY