La Lic. Manuelita Aliyán Suárez, mi mamá, dejando a un lado los adjetivos románticos que desde luego le recaerían de mi parte, ya que ha sido una gran madre, es una mujer abogada, distinguida, catedrática por muchos años de la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de Tamaulipas, en la materia de Derecho Mercantil, y porque así lo dicen quienes la conocen: es una profesionista intachable y ejemplar, máxime desde el punto de vista de ético.

Era titular de la Notaría Pública #20, y la despojó la Secretaría General de Gobierno por instrucción del exgobernador García Cabeza de Vaca, en franca represalia política por mis posturas en el Cabildo capitalino pero en gran medida, en respuesta clara a la Controversia Constitucional que me di a la tarea de plantear ante la Suprema Corte en contra de los Poderes Ejecutivo y Legislativo, cuando en complicidad impusieron inconstitucionalmente a la alcaldesa sustituta aquí en Victoria.

Dicho despojo se hizo, como no resulta extraño en este gobierno, atropellando derechos de defensa, y usando de manera muy facciosa las instituciones, como se demostrará jurídicamente en su momento.

La reflexión a la que lo invito hoy, estimado lector, es a pensar en cuál de los dos abusos de poder de esta historia resulta más excesivo, partiendo de que los dos son reprobables.

Me explico: para tratar de detener acciones legales en contra de la imposición ilegal de una alcaldesa, le pasaron por encima a la Lic. Aliyán; es decir: 1) impusieron inconstitucionalmente a una persona al frente del ayuntamiento de la capital del Estado y 2) despojaron ilegalmente a una señora reconocida como éticamente correcta (de ahí que se haya otorgado la fe pública) de la Notaría de la que era titular.

Uno de los abusos de poder es vulnerando la autonomía del Cabildo de la capital de Tamaulipas, como burla a la democracia y a la ciudadanía; y el otro es pisoteando la dignidad de una mujer profesionista, como burla al gremio jurídico y ofensa directa a las mujeres; ambos en notable perjuicio del estado de derecho, y de la tranquilidad de los victorenses.

Yo no me atrevería a decir cuál es más grave, porque tal vez me gane la subjetividad de que es mi madre la protagonista de uno de los agravios.

Pero, el exhorto a reflexionar, con independencia de a su juicio cuál de los dos abusos de poder en esta historia es más grave, nos lleva a la conclusión de que lamentablemente vivimos en un Estado autoritario y totalitario.

No es casualidad el clima de crisis institucional que se vive tras el desacato en el que con singular desfachatez incurre el Congreso estatal estos últimos días en relación a la orden que recibió del Congreso de la Unión, luego del desafuero. No respetan la ley.

En fin, a 5 meses de que se publicó en el Periódico Oficial del Estado el atropello contra mi madre, confío, sin filias ni fobias, que el tiempo pone las cosas en su lugar. Y que más temprano que tarde habrá justicia, para la Lic. Aliyán, para Victoria, y para Tamaulipas…
Ya casi.