Dichoso aquél que ha nacido en el seno de una familia bendecida por Dios, bendecida, por el número de su descendientes, bendecida con salud, con trabajo, bendecida con oportunidades para cumplir con la voluntad del Señor. Yo fui bendecido con todo ello y más, mi familia es muy grande, y su grandeza no depende de atesorar bienes materiales, que si bien es cierto no nos ha faltado nada, hemos podido realizarnos con lo que nos ha obsequiado el Todopoderoso. Yo hablo mucho sobre mi familia y lo hago con humildad, porque mal haría en callar todo lo bueno que hemos recibido del Padre, por eso, en cada uno de mis escritos muestro mi gratitud a quien me ha dado todo lo que tengo y le debo todo lo que soy.
En una ocasión, cuando mi madre luchaba sobremanera para salir adelante y sostener a su gran familia, una persona se le acercó y en forma compasiva le dijo: Pobre de usted señora, quedarse sola para mantener a tanto hijo; entonces mi madre levantó en alto su cabeza y le contestó: Discúlpeme usted, pero yo no soy pobre, al contrario, soy la mujer más rica del mundo, porque Dios me ha bendecido con una gran familia; yo soy fuerte por cada hijo que Dios me dio, sin ellos y sin su ayuda, no pudiera tener la fortaleza de vivir y de luchar para que todos ellos sean personas de bien.
Recuerdo que un día, cuando mi madre pudo establecer un negocio para ofertar muebles de oficina en un local rentado, llegó un abogado muy agresivo tratándola de amedrentar por una deuda de la renta, había sido contratado por la dueña, mi madre con mucha delicadeza le dijo el motivo de su atraso, había vendido unos muebles a una institución pública y ellos habían incumplido con el pago oportuno, pero le aseguró que estaba seguro el pago; el abogado siguiendo las estrategias que seguramente le habían dado buenos resultados en otros casos, siguió presionándola, logrando hacerla llorar, lo que a mí me causó mucho coraje y siendo aún un adolescente quise intervenir, pero mi madre me lo impidió, mas no pude aguantar mi llanto; al ver esto mi madre se puso de pie y le dijo al abogado: le he dado un trato respetuoso, le he hablado con la verdad, he reconocido que usted sólo está cumpliendo con su trabajo, le he permitido ser grosero conmigo, me ha ofendido y me ha tratado de humillar, pero lo que no le voy a permitir es el daño que le está causando a mi hijo, le doy un minuto para que salga de aquí o se atiene a las consecuencias. Aquel brabucón de pronto palideció, quiso proferir más improperios, pero al ver avanzar a mi madre se retiró, no sin antes amenazarla con el desalojo correspondiente, pero nada de eso ocurrió, mi madre fue hablar con la dueña para recordarle el trato que tenían y el porqué del retraso del pago de la renta; la verdad salió a relucir poco tiempo después, pues lo que pretendían, era sacar a mi madre del local, porque había una empresa interesada por rentarlo pagándole más. No recuerdo cuánto tiempo más duró mi madre ahí, pero la experiencia le sirvió, pues al fin logró tener su propio establecimiento y una casa más grande. A mí no me quedó la menor duda de que Dios siguió premiándola, como la sigue premiando actualmente. Dios está con nosotros y su espíritu nos guía por el buen camino, siguiendo las huellas de nuestro salvador Jesucristo.
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