En algún momento, la gran mayoría de las personas hemos sentido curiosidad por saber de nuestros antepasados, conocer como pensaban, la forma en que discernían y tomaban decisiones, esto es una pieza fundamental de nuestra curiosidad humana.
Una forma de satisfacer esta curiosidad natural es investigar en el pasado el desarrollo de las sociedades humanas a través de escritos, objetos representativos, mensajes destacados, construcciones; inclusive, dibujos alusivos de cómo las generaciones antiguas, han desarrollado modos de vida adaptados a su entorno y a los recursos disponibles de la época.
La idea de preservar escritos o mensajes para el futuro ha existido a lo largo de nuestra historia. Por ejemplo, en la antigüedad la forma de resguardar su historia fue mediante tumbas y monumentos que contenían significativos mensajes para futuras generaciones. De igual manera Bibliotecas como la de Alejandría en Egipto conservaban una recopilación de documentos y registros históricos para la posteridad.
En los siglos XVIII y XIX, era común colocar documentos sellados que algunas comunidades y organizaciones utilizaban para redactar mensajes para ser abiertos en fechas futuras. Del mismo modo, colocaban objetos en las piedras angulares de edificios públicos y privados que servían como “capsulas del tiempo” para ser descubiertas en la etapa venidera.
En la época contemporánea la costumbre de estas “capsulas del tiempo” se popularizó, en el siglo XX se remontan en la conocida “Feria Mundial de 1939”, donde se enterró “Time Capsule I” en la ciudad de Nueva York, contiene una variedad de objetos representativos del momento y está destinada a ser abierta en el año de 6939. Que, por cierto, en el libro “Murmullos de la Tierra” de Carl Sagan, menciona que sus padres antes de cumplir los cinco años lo llevaron al citado evento, donde detalla que se exhibían maravillas extraordinarias. Relata que, la pieza central de aquel evento era el “Trylon and Perisphere”, una torre majestuosa y puntiaguda, y una esfera del tamaño de un edificio dentro de la cual había un letrero que decía: “El Mundo del Mañana”. En él se exponía un modelo de ciudad del futuro por la que transcurrían automóviles aerodinámicos, felices ciudadanos que acudían a algún negocio futurista. El paisaje y el mensaje eran claros “habría otros grupos sociales, otras costumbres, otras culturas y habría también tiempos futuros”.
En los siguientes años, en varias partes alrededor del mundo, hubo una gran variedad de proyectos de tecnología, escolares, comunitarios que se convirtieron en eventos especiales encabezados por organizaciones, comunidades, empresas y universidades donde fueron enterradas sus tareas relevantes en “capsulas del tiempo, siempre con la misma intención que sean abiertas y accesibles décadas después y civilizaciones diferentes a la nuestra conozcan de su existencia.
Años después, con la llegada de la era espacial, la cual despertó un enorme interés en las personas, sobre todo por la fascinación de la exploración en el espacio, descubrir lo desconocido y especialmente por la posibilidad de comunicarnos a través de distancias que nunca habríamos imaginado.
En el marco de las primeras misiones interestelares de la humanidad, destacan las Voyager 1 y Voyager 2, lanzadas por alguna razón el 5 de septiembre y el 20 de agosto de 1977, respectivamente. El objetivo de estas es llevar a cabo una detallada exploración de nuestro sistema solar; además de esto, las sondas Voyager han cumplido un papel aún más trascendental al abandonar lentamente nuestro sistema solar y convertirse en “capsulas del tiempo”; es decir, en emisarias de la Tierra hacia el reino de las estrellas, pues cada sonda Voyager lleva a bordo un disco fonográfico de cobre, cubierto con una fina capa de oro y protegido por una coraza de aluminio, diseñado para comunicar un mensaje a posibles civilizaciones extraterrestres que puedan encontrar la nave en algún lugar y tiempo remoto.
El “Voyager Golden Record” contiene ciento dieciocho fotografías de nuestro planeta, noventa minutos de selección de música, un ensayo en audio sobre “los sonidos de la Tierra” entre ellos el canto de las ballenas, y saludos en cincuenta y cinco idiomas. También incluye mensajes del presidente de los Estados Unidos y del secretario general de las Naciones Unidas.
Para crear este mensaje, se formó una comisión de eminentes científicos encabezada por Carl Sagan, junto con F.D. Drake, Ann Druyan, Timothy Ferris, Jon Lomberg y Linda Salzman Sagan, en ese tiempo esposa de Carl Sagan. Este equipo, trabajó meticulosamente en cada uno de los temas para ofrecer una versión sintetizada y representativa de la humanidad.
En los años que siguieron al lanzamiento de las sondas Voyager, fuimos testigos de la valiosa información que enviaron sobre nuestro sistema solar. Aunque la “Voyager 1” fue lanzada después de su compañera la “Voyager 2”, tomó una trayectoria más rápida. Según la NASA, en 2013, la sonda “Voyager 1” ingresó al espacio interestelar, más allá de la región conocida como heliosfera, para continuar su largo camino.
La sonda “Voyager 1” se desplaza a una velocidad de 16,9 km/s, recorriendo aproximadamente 540 millones de kilómetros al año. Se estima que tardará 300 años en adentrarse en la “Nube de Oort”, y otros 30 mil años en atravesarla completamente. Esta vasta región esférica, situada en los confines de nuestro sistema solar, está repleta de objetos helados. Rodea el sistema solar y es considerada una de las principales fuentes de cometas, especialmente de aquellos que tardan más de 200 años en completar su órbita alrededor del Sol.
Los enormes periodos de tiempo de las sondas Voyager no son nada en comparación con la escala cósmica. Aunque no tienen un destino determinado, se espera que pasen -lo más parecido a cercano- de varias estrellas en su viaje. Se estima que su estructura podría durar más de 5 mil millones de años sin problemas. Esto significa que, si alguna civilización las encontrara en el futuro, es probable que nuestro Sol ya no existiera, dado que su vida es de unos 10 mil millones de años, y actualmente tiene alrededor de 4 mil 500 millones de años, encontrándose en su mediana edad.
Me conmueve pensar que alguien más en el Universo sabrá de nuestra existencia y esto me lleva a recordar la famosa frase de Carl Sagan, conocida como “Un punto azul pálido”, se inspiró en una serie de imágenes que él mismo sugirió capturar del sistema solar. Estas imágenes fueron tomadas por la sonda “Voyager 1” el 14 de febrero de 1990, cuando se encontraba a unos 6 mil millones de kilómetros de la Tierra. Fue justo antes que la NASA desconectara las cámaras de la sonda para ahorrar energía y recursos.
En su reflexión, Sagan nos invita a considerar nuestra insignificancia ante la inmensidad del universo y ante ello practicar lecciones de humildad. La imagen de la Tierra, un diminuto punto azul suspendido en la vastedad del espacio nos recuerda lo frágil y pequeño que es nuestro hogar en relación con el universo.
Con las sondas Voyager hemos logrado ser una especie interestelar, llevan consigo una significativa “cápsula del tiempo”, que probablemente se convierta en una de las pocas evidencias de que los humanos alguna vez existimos. En ellas Carl Sagan nos habla desde el pasado, recordando un lugar que una vez fue nuestro hogar, donde residían todas las personas que amamos, que conocimos, que escuchamos hablar, cada individuo que existió y vivió su vida. Él nos recuerda que todas las culturas tienen “ritos de paso”, marcando así la transición de una vida a otra. También nos dice “somos polvo de estrellas” y su expresión completa cita: “El cosmos está también dentro de nosotros. Estamos hechos de la misma sustancia que las estrellas. Somos una manera en la que el cosmos se conoce a sí mismo.”
Es importante que la generación actual, especialmente en el ámbito universitario, nos esforcemos por preservar nuestra historia mediante “cápsulas del tiempo”. Esta sería una manera de documentar los acontecimientos más significativos de nuestra época o que nos tocó vivir y asegurarnos de que las futuras generaciones tengan acceso a nuestra experiencia y legado.
¡Larga vida para las Voyager! la mejor “capsula del tiempo” de la humanidad y que continúen si viaje al infinito.