Improvisación es la palabra.
Es un término tan familiar para la cultura mexicana como lo es el tequila o los tacos. Por naturaleza, los hijos de esta patria nos formamos, actuamos y hasta tomamos decisiones bajo su dominio. En ocasiones es providencial pero en la mayoría de los casos es un peligro latente.
Improvisamos en el hogar, en la escuela, en nuestro trabajo, en las diversiones y para medir el alcance de esta costumbre histórica, créalo, improvisamos hasta en diputados.
Con certeza, alguna vez usted ha visto a los adictos a la improvisación. Aprenden a manejar cuando compran el coche, aprenden a usar una computadora cuando ya la tienen enfrente e intentan resolver problemas hasta que ya los rebasaron y afectaron a todos.
El actual Congreso de Tamaulipas es una muestra clara de esas circunstancias. Y lo acaban de confirmar ellos mismos.
Ayer, en un comunicado oficial ese cuerpo colegiado dio a conocer que los diputados –ellas y ellos como dicen ahora en contraposición a las reglas gramaticales– van a recibir un curso ¡de capacitación! “para fortalecer el trabajo parlamentario”, el cual ya tuvo ayer su primera edición.
En otras palabras, esas damas y caballeros van apenas a aprender que es ser diputado.
Dios nos agarre confesados o le caigamos bien al Diablo, porque poner en manos de un montón de aprendices el Estado de Derecho no es motivo de incredulidad, sino de miedo, al someter nuestros destinos como ciudadanos a un volado de “merengueros”, como lo hacían en la vieja Ciudad de México de acuerdo a las historias que gustaba narrar mi padre, orgulloso chilango.
Los dos primeros temas me llaman la atención, porque los nuevos miembros del Congreso los consideran vitales. Y lo son, pero es precisamente lo que más nos debería preocupar: Estrategia de seguridad y contexto político nacional.
Uy, si no conocen la realidad de Tamaulipas en materia de seguridad y no saben qué está pasando en el país, estamos fritos. De esos rubros seguirán con una repasada sobre Derechos Humanos, trabajo constitucional y pacto fiscal. Pronto conoceremos en que otros rubros nuestros diputados locales no son precisamente unas eminencias.
Pero bueno, hay algo que les debo agradecer.
Por lo menos tratarán de capacitarse antes de lanzar dictámenes a diestra y siniestra. Exhiben una brizna de cordura, aunque a la vez se exponen a sufrir lo que en buen romance llaman una “balconeada”.
Podría ser así, porque cuando se equivoquen –si lo hacen– podríamos decir que no fallaron por ignorantes, sino por algo más inquietante:
Por pen…santes.
LA TRAGEDIA DE UNA CALLE
Este apunte es sólo para los victorenses. Por nacimiento o por adopción.
¡Qué tristeza me aflige al ver lo que es hoy la calle Miguel Hidalgo!
Si camina por la misma desde la calle 8 a la 15 –no descubro el hilo negro– lo que podrá observar no serán las fachadas de los comercios. Vamos, ni siquiera las aceras.
Encontrará usted un “río” de toldos y plásticos, carretones, cuadros de palizadas, autos entreverados en los pocos espacios que encuentran, pero nada de lo que era antes que nada un paseo tradicional por esa vía comercial.
Dios, ¿Cuándo volverá la cordura para que le regrese a esa calle su dignidad?…
LA FRASE DEL DÍA
“Tengo una gran fe en los tontos, autoconfianza le llaman mis amigos”…
Edgar Allan Poe
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