Confieso: Estoy sorprendido.
Más aún: Gratamente sorprendido.
La causa es una entrevista y el causante es el Presidente Electo de México, Andrés Manuel López Obrador.
Ante las cámaras de Milenio, el triunfador del pasado domingo 1 de julio soltó como nota casi suelta, sin darle mucho énfasis, lo que para este servidor es una bomba política. Inédita.
Van las palabras de Andrés Manuel:
“No lo puedo adelantar (si invitará a sus rivales a su gobierno), lo que sí he dicho es de que voy a buscar tanto a José Antonio Meade como a Ricardo Anaya y también al candidato independiente. Voy a platicar con ellos, voy a intercambiar puntos de vista con los tres…”
Vaya tiro de precisión. En un solo disparo conjuró tres posibles frentes de batalla postelectoral. Desarmó cualquier intento de discrepancia.
Tal vez sea falla de mi escasa memoria, pero hasta ahora nunca había escuchado a un mandatario mexicano ya casi con constancia en mano, anunciar que en los hechos integrará –por lo menos es su aparente intención– a sus adversarios partidistas para que aporten sus ideas, sus proyectos, quizás hasta a sus mejores colaboradores, a la definición del plan de gobierno.
Y lo dice precisamente López Obrador, el belicoso, el inflexible, el fajador. Vaya, quien menos se podía esperar. La vieja frase de que no hay nada nuevo bajo el sol quedó inutilizada.
No sé hasta dónde llegará el futuro inquilino sexenal de Los Pinos en su golpe de timón dialéctico, pero no puedo dejar de reconocer que su postura de arranque me agrada. En sólo tres días, al estilo de los antiguos marinos lanzó barriles de aceite sobre las aguas tormentosas y las tranquilizó tambien en tres actos: su llamado inicial a la conciliación, su apertura hacia quienes querían hacerlo pedazos en la campaña y su alianza con los empresarios, apenas estructurada ayer, para dar capacitación y luego empleo a más de dos millones de jóvenes.
Sí, luce todo muy bien.
Pero huelo el peligro. Y ojalá al tabasqueño le suceda lo mismo para que analice una pregunta:
¿Qué sucederá con los millones de mexicanos que exigen a gritos que su líder sea un ángel vengador?
No han cambiado esas legiones como se puede comprobar en su habitat natural, las redes sociales. Al insulto y a la agresión han añadido la burla. Se mofan cruelmente de los vencidos y como en el histórico Coliseo romano quieren ver sangre. Quieren ver dolor.
¿Qué pasará con ellos si no se derraman ambas cosas sobre la arena?
Espero que López Obrador encuentre, si es que no lo ha hecho ya, la fórmula que le permita equilibrar su convocatoria a la unidad con el reclamo de revancha que priva en sus seguidores. En verdad lo deseo.
En este escenario es donde resuenan las palabras de Andrés Manuel al señalar que si se daba un fraude electoral él ya no detendría al tigre. Ahora ese mismo tigre espera carne fresca y él, López Obrador, el mismo que advirtió que no metería las manos para contenerlo, tendrá que hacer una especie de trabajo de Hércules para amarrarlo.
Claro, si es que en realidad busca esa República amorosa que fue durante mucho tiempo un lema personal.
Suerte para todos…
UN FINAL QUE PARECE ARRANQUE
Me complace ver cómo está cerrando su administración el alcalde de Victoria, Oscar Almaraz. Es tal la intensidad con la cual reinició sus actividades al finalizar la campaña, que pareciera que apenas es el arranque de su gestión, como se aprecia en las obras que continúa concretando.
Bien por esa visión y por esa acción de Oscar. Le confirma a los más de 51 mil ciudadanos victorenses que votaron por él que lo que esperaban, seguir viendo crecer a su comunidad, sigue siendo realidad…
Twiteer: @LABERINTOS_HOY
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