Paloma Guillén, ex Secretaria General de Gobierno y ex Procuradora General de Justicia en Tamaulipas, tenía una especie de lema en su quehacer oficial. Con una disculpa por la falta de fidelidad histórica lo cito, palabras más, palabras menos:

“Los problemas se deben resolver cuando apenas empiezan, porque si los dejas crecer se vuelven un monstruo”…

La vigencia de esa percepción sigue inalterable y hoy, en el seno de la Universidad Autónoma de Tamaulipas esas palabras cobran un relieve incuestionable en el tema de la violencia registrada unos días atrás en una unidad académica de la institución, en Ciudad Mante.

Para nadie es un arcano la lamentable historia vivida por nuestra máxima casa de estudios en la trágica época del llamado “porrismo”. Fueron años de abusos, saqueos, pésima calidad académica y hasta tragedias sangrientas que nadie quiere recordar, azuzados por los grupos de poder que en ese tiempo dominaban a placer en prácticamente todos los planteles uateños. Pocos lograron escapar de semejantes escenarios.

Una regresión a esos días, como al parecer se pretende en la zona cañera del Estado, es inaceptable tras décadas de esfuerzos de autoridades universitarias y gubernamentales, arropadas en las aportaciones de la sociedad tamaulipeca. Como bien señaló ayer el gobernador Américo Villarreal, no se debe dar ni un paso atrás en esa evolución.

En este escenario, aplaudo como ciudadano común y alguna vez alumno de esa tan querida UAT, la advertencia del Rector Dámaso Anaya de que no habrá tregua ni espacios para la impunidad en sus planteles y recintos.

A quienes fuimos testigos involuntarios y otros que por desgracia fueron víctimas de ese desenfreno, fuera o dentro de sus aulas, estoy seguro que nos mueve el mismo anhelo: Seguir viendo crecer hacia la excelencia al Alma Mater de cientos de miles de tamaulipecos, hombres y mujeres.

Bien por el Rector en su decisión de combatir desde este momento cualquier intento de volver a un pasado vergonzante. No albergo ni la menor duda de que tiene el respaldo de estudiantes, docentes y directivos en ese objetivo…

ENTRE ‘PLURIS’ TE VEAS

Históricamente, los diputados o senadores que llegaban y llegan todavía a los congresos estatales o federal en México por la vía plurinominal, han sido objeto de toda clase de críticas, algunas intestinales y otras justificadas.

Tenían y aún tienen razón esos verbales índices de fuego: El arribo a través de esa cómoda puerta de una corte de oportunistas al poder legislativo se acunaba muchas veces en compadrazgos, pago de facturas políticas, recompensas a la disciplina y hasta en las complicidades.

Sin embargo, como dicta una ley universal, todo en esta vida tiene dos caras. A veces más, pero me quedo con la clásica mala y buena.

Sobre la primera ya mencioné sus “atributos” como una muestra de los caminos retorcidos de la política y que han fortalecido en muchos la convicción de que esas figuras sean eliminadas, si no en su totalidad, sí en un buen porcentaje.

Pero la buena merece un intento de reflexión.

En ese grupo de diputados y senadores “de chiripa”, como los bautizó certeramente el desaparecido amigo y columnista Víctor Manuel Calzado padre, en lugar de prietitos en el arroz también hay granos de arroz entre los frijoles negros. Muchos de los depositarios de una curul o escaño plurinominal son, aunque no lo crea, la joya de la corona de los partidos.

Entre los vividores y saltimbanquis, también se incluyen las mejores cartas de esas facciones políticas. Cada partido asegura con algunos de sus plurinominales a un tribuno calado, a un general –o generala– que por su elocuencia, capacidad, inteligencia y experiencia vale por mil soldados.

Los legisladores “pluris” son los que debaten, defienden, justifican, analizan y sobre todo, convencen. Cuales pertenecen al primero o al segundo grupo aún está por verse.

Como asienta la Biblia, por sus actos los conoceréis…

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