Ramiro Ramos es, como se dice coloquialmente, un buen muchacho.

El ex presidente priísta del Congreso del Estado es honesto, amable, seguidor de la pulcritud política y le molestan los enfrentamientos. Son cualidades de esos buenos chicos que en el terreno social le encantan a las madres con hijas casaderas.

¿Algún pero?

Bueno, por lo general, esos ejemplares cargados de atributos también suelen ser ingenuos. Y las evidencias apuntan a que Ramiro lo es o por lo menos lo parece, lo cual, por su trayectoria política, es motivo de extrañeza.
Iré a los hechos.

El también ex presidente del PRI en Tamaulipas, en varias ocasiones ha señalado que el tricolor, sólo y su alma, puede ganar la gubernatura en el 2022. Buenas intenciones sobran en el nativo de Nuevo Laredo, queda claro, pero también le sobra romanticismo, por no insistir en la ingenuidad.

¿En cuál mundo vive Ramiro?

En un mundo raro, diría el inmenso José Alfredo Jiménez.

Para acercarlo a la realidad de lo que está sucediendo en el Revolucionario Institucional desde que Egidio Torre lo hizo añicos en el Estado hace años, basta un dato que pueden confirmar prácticamente todos los presidentes de comités municipales de ese partido en la Entidad.

En el proceso electoral apenas transcurrido –con dos o tres excepciones– ninguna de sus figuras históricas y actuales, ex alcaldes, ex diputados locales y federales, ex senadores y en forma especial e más cercano ex candidato a la gubernatura, Baltazar Hinojosa Ochoa, apoyó a la causa que los encumbró y enriqueció en muchos casos.

Cuentan esos dirigentes locales que en cuanto se acercaron a ellos y ellas para solicitarles un respaldo financiero que aliviara la pobreza casi franciscana del partido y empujara las campañas, la inmensa mayoría se rasgó las vestiduras. Casi histéricos, invocaron malas rachas y estrecheces económicas para ellos inexistentes y como oportuno argumento culparon a la pandemia, la cual como asienta la voz popular, en forma macabra aquí sí les cayó como anillo al dedo.

En una frase, fingieron demencia

Si con esas figuras de papel –no papel moneda lamentablemente para su causa– cuenta Ramiro para que el Revolucionario recupere la silla del poder estatal, no sólo pecaría de ingenuo. Les dejo a la imaginación lo que podría ser.

Vamos, es tiempo de poner los pies enteros en la tierra y no caminar de puntitas y a ciegas en ella esperando que los demás se porten bien. Tiene tantos problemas el PRI enfrente que ni siquiera en una coalición podría cantar victoria el priísmo y aliados.

Si eso lo saben todos, no se entiende por qué el buen Ramiro asegura lo que más que un proyecto, parece una quimera.

MÚSCULO E INTELIGENCIA

Aunque en los hechos no cambia nada sobre cuál partido llevará la batuta en la siguiente Legislatura federal, el hecho no deja de ser positivo, en lo que a capacidad de consenso puede poner MORENA sobre la mesa.
Todos lo saben a estas alturas: El PRI tendrá la presidencia de la Junta de Coordinación Política en la Cámara Baja federal, en el primer año del trienio a partir del 1 de septiembre, mientras el PAN tendrá esa posición en el segundo.

¿Hay gato encerrado en esto?

En mi opinión, sí. El tercer año, el período en el que se definirán la sucesión presidencial, la nueva camada de diputados federales y la renovación del Senado, será el escenario en el que se librará la madre de todas las batallas por el mando nacional. Y en ese choque de trenes, MORENA será el guardavías.

No deja de ser un paso importante que los dos primeros años los presidan priístas y panistas, porque será un espacio dorado para armar sus respectivas fuerzas e integrar el tan necesario contrapeso que se requiere en ese entorno. Dependerá de la habilidad de ambos llegar menos débiles o resignarse a ser testigos de piedra.

Así las cosas, MORENA mostró por primera vez en mi percepción, que además de músculo no carece de inteligencia…
LA FRASE DEL DÍA

“Yo no incumplo un trato una vez cerrado. Pero solo acordamos los fines, los medios, los decido yo”…
De la película “Piratas del Caribe”

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