Siempre que buscamos consejos nutricionales y que tienen que ver con la alimentación entramos en crisis o dudas a veces, muy grandes, y otras no tanto, pero ponen en jaque nuestras decisiones sobre lo que debemos y podemos comer.
En ese sentido, aflora el experto que llevamos todos dentro y que sabe exactamente de raciones, equivalencias y más: no tenemos necesidad -aparentemente- de acudir con quienes realmente estudiaron y practican esta profesión, y pensamos que lo que nos van a decir ya lo sabemos, y por ello tenemos un plan alimentario suficiente, completo y satisfactorio. Nada más alejado de la realidad.
Hablan los nutriólogos de raciones, de calorías, de equivalencias y a veces no entendemos que es importante tener variedad de alimentos por los nutrientes que cada uno contiene, y que no es igual comer todos los días una taza de frijol a compensar en algunas jornadas con otro tipo de alimento que, si bien es cierto que nutricionalmente puede aportar el mismo número de calorías, tiene otras ventajas y/o desventajas que habrá que considerar a la hora de hacer el menú.
Y para ello hay profesionales de la nutrición en nuestra ciudad y cualquier parte del mundo, que se dedican a hacer operaciones de equivalencias para decirnos qué sugieren que comamos, en el entendido que no nos obligan a nada, ni cuando estamos enfermos, pero son los que saben qué es lo que se necesita, en qué cantidades y formas, y de esa forma lograr, o una recuperación mayor, o un estilo de vida saludable, de ese que todos añoramos y que pocas veces seguimos.
A todos nos gusta la comida mexicana: los bocoles,. Gorditas, tamales, flautas y más cuyo contenido básico se supedita a dos elementos: masa y grasa, y que implica un incremento en el consumo de calorías y por consiguiente en el peso corporal que luego se refleja en tallas extras o problemas de salud.
Y la verdad es que muchas veces minimizamos la labor del nutriólogo y entramos en páginas de Internet pensando que nos darán la solución y bajamos la primera dieta que vemos, aunque algunas no están científicamente manejadas y tienen unas normas absurdas que lo que provocarán seguramente es un desequilibrio nutricional.
Cuando la salud nos juega malas pasadas y tenemos que ajustar mucho del tratamiento, el nutriólogo se convierte en un gran aliado que debemos considerar siempre. Los hay en la práctica privada y en centros de salud, y todos están para ayudarnos y poder salir avante con las equivalencias que requerimos para alimentarnos y vivir adecuadamente.
Ningún consejo de ellos sobra, porque lo hacen pensando en nuestro requerimieinto personal; es importante destacar que una dieta o menú, o forma de comer debe ser personalizada, y el nutriólogo nos ajusta las cantidades y alimentos de acuerdo con la información que le entregamos para estructurar mejor su trabajo en bien de nosotros.
El éxito de su función depende, en definitiva, de lo que podamos alimentar de datos para que, a la par, podamos alimentarnos adecuadamente.
La nutrición resulta fundamental: debemos consumir una serie de nutrientes que el organismo necesita y van desde las vitaminas, minerales, calcio, hierro, fósforo y muchas cosas más, lo que está distribuido en los alimentos diversos, y es importante saber qué equivale a cada cosa, para efecto de comer lo necesario.
Pero también es muy importante tener en cuenta que Internet no es la panacea, no es la sabiduría hecha realidad, y que lo que leemos ahí muchas veces dista mucho de ser cierto.
Consultemos a los que saben, que parta eso estudiaron.
No nos dejemos llevar por mensajes cibernéticos, el Sector Salud tiene profesionales de la nutrición, y los hay en la práctica privada. Echemos mano de sus conocimientos en bien de nuestra salud, y aprovechemos su experiencia para que podamos comer bien y en forma, y entonces tengamos ese cambio en la salud que tanto buscamos y que buena falta nos hace a muchos.
Por estética, pero más importante, por un mejor estado general de salud.
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