Algo tiene mal olor en el conflicto de los campesinos tamaulipecos con la SAGARPA.
Me permito externar el porqué de esta percepción personal.
El viernes de la semana pasada los productores mostraban una ancha sonrisa, porque la dependencia mencionada ya había activado alrededor de 200 millones de pesos para pagar el retraso con los primeros, que se reflejó ayer lunes porque la banca no labora en sábado y domingo. Casi la mitad fue para los agricultores del Valle de San Fernando.
Más amplio fue el gesto de felicidad cuando se les informó que en el curso de la presente semana llegarían otros 400 millones a sus cuentas, para rozar entre el 90 y 95 por ciento en la cobertura del adeudo.
Y ayer, para exigir el pago que ya se inició y que está en la víspera de finiquitarse, precisamente los productores mejor tratados, los sanfernandenses, ¡bloquearon por sexta ocasión la carretera que une a Victoria con Matamoros!
Sí. Algo despide un aroma desagradable.
Si se observa desde el balcón de la lógica resulta extraña la acción, pero si se mira desde el plano político, parece bastante explicable.
¿Es un intento de hacer sufrir al nuevo titular de la Secretaría de Agricultura y Ganadería, el tamaulipeco Baltazar Hinojosa?
Por lo menos es una impresión sobre la mesa, sobre todo cuando los mismos manifestantes anunciaron que hoy martes volverían a tapar la carretera.
No es Baltazar ciertamente un ejemplo de responsabilidad o de eficacia, como ya lo demostró en su cercano y nada brillante paso por ASERCA, pero cuando apenas acaba de sentarse en su oficina y lo que maneja es la herencia negra de dos antecesores, esos bloqueos ya sin razón apuntan hacia una estrategia política que en buena medida parece involucrarse con el tema de las candidaturas, sea cual sea su nivel.
¿Será, como dicen los expertos, una artimaña para mantenerlo ocupado y que no meta las manos en el proceso electoral tamaulipeco?
Tal vez sí. O tal vez no.
Pero si ese es el juego no parece una decisión afortunada, porque resolver el adeudo con los campesinos le tomará a Hinojosa sólo el tiempo de estampar una firma y ordenar una transferencia.
Y en lugar de satanizarlo, los propios productores lo bendecirán.
Esos asesores, esos asesores…
EL SÍNDROME
Parece que él no lo ha advertido, pero Andrés Manuel López Obrador se está auto aplicando lo que podría ser llamado “El Síndrome Labastida”.
Usted recuerda con seguridad aquel tono casi lacrimoso del entonces candidato del PRI a la Presidencia, Francisco Labastida Ochoa, cuando se quejaba de que su contrincante, el panista Vicente Fox, le llamaba “la vestida”, “chaparro” y “mariquita”.
Si alguien no sabía de esos adjetivos, el priísta se lo hizo saber y para su mala fortuna, todos los motes se le quedaron. Y perdió.
Hoy le sucede algo similar al candidato de MORENA y comparsas.
En público, Andrés Manuel, aunque por lo menos no lo hizo en tono de plañidera, también se quejó en forma maquillada de que precisamente Fox le llama “lopitos” y “loquito”. Y en automático, el tabasqueño entró en el club labastidista: ahora todos confirman que el ex presidente también se pitorrea de él.
Ambos, Labastida lo fue y ahora AMLO lo es, se han convertido en los mejores propulsores de la imagen de Vicente, que sigue enganchando lectores y escuchas con sus majaderías y exabruptos, tan irreverentes y a veces sin sentido, pero siempre atrayentes.
No es una buena señal para López Obrador que hable públicamente sobre los epítetos foxistas. Pese al aparente buen humor en que los menciona, sin duda son causa de enojo en él. Se nota.
Y recuerden: el que se enoja, pierde…
Twitter: @LABERINTOS HOY