Recogemos lo que sembramos en todos aspectos, sentidos, ambientes y demás. Los mexicanos tendremos un Congreso de la Unión acorde a la decisión tomada por una mayoría que, seguramente, y para análisis de muchos, lo único que deseaba era echar al PRI de Los Pinos sin pensar en las posibilidades que hemos ya experimentado en el primer día en que tuvieron acceso al poder.
El rostro soberbio de un Martí Batres, quien seguramente nunca pensó en ocupar un cargo de elección popular, y ensimismado en su egocentrismo sonreía a quien cruzaba su camino, claro siendo ignorado inclusive por sus mismos compañeros de bancada, nos ofrece una idea de lo que muchos serán ahora que se les ha conferido un poder que, deseamos fervientemente, sepan llevar a la práctica, insistimos, en bien de los más de 120 millones de mexicanos.
No podemos dejar de pensar en la expresión de un muy acabado Porfirio Muñoz Ledo, dirigiendo los trabajos de la asamblea, y con un colmillo hiper retorcido poniendo en su lugar a los agitadores profesionales que cobrarán ahora como legisladores; tal es el caso del sujeto de apellidos Fernández Noroña, quien ya mostró lo que serán sus tres próximos años: rezongar, repelar, protestar y hacer escándalo por todo cuando se cruce en su camino.
Tipos como el Noroñas -como le conoce el pueblo- no debieran tener la mínima oportunidad siquiera de sentir que nos representan a los mexicanos. Hace unos días ya demostró la baja calidad humana y nula capacidad política, misma que refrendó este lunes al acudir sin invitación a Palacio Nacional exigiendo un sitio donde no es bienvenido… y no lo será.
Posturas no muy acordes con la realidad de nuestro México, pero respetables las de cada bancada que, sean de nuestra simpatía o no, tienen una razón para postular sus enunciados de la manera en que lo han hecho.
Podemos no estar de acuerdo en lo que dijeron, pero tienen todo el derecho a expresarlo, y el Congreso tiene la obligación de garantizar esa libre expresión, que no es un total libertinaje como acostumbran los porros políticos como los “Noroñitas” que abundarán ahora que sienten que han asumido el poder.
No entienden algunos que, sean mayoría o no, están ahí para servirnos y representar nuestros intereses, y no para desquitarse de los sentimientos políticos no afines a sus formas de pensar. Deberán asumir su rol protagónico y responsable, si es que lo han desarrollado, y aprender a convivir con minorías que piensan distinto, pero que merecen ser escuchados.
Ojalá no tengamos una aplanadora de esas que, sin pensarlo -como han hecho por años- deciden una u otra cosa por mandato superior.
Queremos legisladores que tengan la capacidad de pensar por sí mismos y no obedeciendo a una sola voz: que sepan que representan no a sus afiliados sino a todos los mexicanos de sus distritos.
Y los de chiripa, a los que les regalan su salario por tres años. Algo así como una beca legislativa, deberán desquitar cada peso que le arranquen a la Federación en su calidad -nula- de plurinominales, porque deben entender que nadie los eligió más que sus superiores a los que piensan, les deben una ciega obediencia y sumisión, como lo han demostrado en sus dos primeras apariciones.
Que entiendan qué es la separación de poderes y la democracia, y que nos representen realmente a los mexicanos para que podamos asumir orgullosamente que el cambio valió la pena.
De otra forma, habrá un desencanto mayor al que ya nos ha pasado a miles -millones- con las primeras acciones de un gobierno que aún no comienza y ya ha tomado decisiones contrarias a sus promesas de campaña.
Se llegó la hora de desquitar los miles que cobrarán, y de dejar a un lado sus actitudes soberbias tipo Batres o Noroña, tipo esos que se auto marginaron intelectual y políticamente, para tomar por asalto un Palacio Legislativo pretendiendo ser la única voz de México.
Esperemos se den cuenta de cuán equivocados están y recapaciten, en bien de nuestro castigado y pobre México.
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