De las experiencias buenas y malas podríamos decir que todas pasan y todas quedan, de ahí que, voluntaria o involuntariamente, las evoquemos cuando en nuestro interior o en el entorno se conjugan una serie de componentes que nos hacen recordar sucesos que marcaron alguna página del libro de nuestros recuerdos. Lo anterior viene a colisión, por el hecho de que recientemente viví una situación angustiante que me hizo pasar momentos poco gratos, pero que así como entró, salió de mi vida, tal y como suele ser el destino de mucho de lo que nos sucede; solamente aquello que hacemos crecer ya sea por su contenido estresante o por su efecto gratificante, se queda en nuestro pensamiento, esperando que a la menor señal de coincidencias se reactive para hacernos sufrir o gozar según el caso.
Cuando llegas a concientizarte sobre el efecto de todo aquello que logró dejar una huella en tu memoria, quisieras poder seleccionar únicamente todo lo que en la vida te ha hecho sentir bien, porque de experimentar una emoción opuesta, siempre te hará sentir mal, aunque no estés viviendo el mismo suceso que originó tan ingrato recuerdo.
De una cosa sí estoy seguro, que no soy el único en tener este tipo de eventos, quienes lo experimentan en menor grado, podrán siempre salir airosos de cualquier efecto residual que le hayan dejado las malas experiencias, pero quienes lo experimentan en mayor grado, podríamos asegurar que están sufriendo ya de un trastorno de ansiedad.
Es mi firme propósito como poseedor de una voluntad, el llegar a seleccionar solo experiencias gratificantes, y en caso de no poder sortear la ola de pensamientos negativos, procuraré minimizar su efecto, porque es seguro, que nadie desearía vivir con el recuerdo de los infortunios.

Correo electrónico:
enfoque_sbc@hotmail.com