Sin lugar a dudas, algunos representantes de partidos políticos y candidatos han descubierto el hilo negro cuando afirman que estamos los mexicanos hartos de los asuntos electorales: páginas enteras de los medios de comunicación, minutos que se convierten en horas de ataques sistemáticos entre los contendientes al puesto más importante del país nos han hecho ya aborrecer el proceso de julio 1, y sobre todo, de ser más radicales en nuestros pensamientos.

Las campañas no hay ayudado, porque prácticamente, tenemos más de seis meses en ellas, aunque para efectos de engaños oficiales solamente van unos días.

No podemos decir que la llamada precampaña haya sido eso, o que la “inter-campaña” no cuente, porque ésta última, sinceramente, ha sido una broma de mal gusto, y un abuso de la autoridad correspondiente al pensar que los mexicanos somos idiotas o algo por el estilo y no nos damos cuenta de lo que se hace en esos tiempos.

Un burdo engaño cuando nos dicen “mensaje dirigido a los militantes…” y piensan que nos tragamos la farsa. Los mensajes, además, son lo mismo que escuchamos de todos: combate a la corrupción, seguridad, salud, educación y todos esos temas en los que la verdad sea dicha, la autoridad nos ha quedado a deber y enormemente, porque nos damos vuelta y vemos el México actual, y realmente nos espantamos de lo que ha caído el nivel de vida en todos sentidos.

L,os muchos miles de millones de pesos que se gastan en eso no son más que un pequeño sorbo del botín que se derrocha efectivamente.

No podrá decir el lector que un crucero de muchachos inconscientes que arriesgan sus vidas atravesándose a los carros con banderitas, calcomanías y más cuesta dos o tres mil pesos por jornada, porque si hacemos cuentas, nos damos una idea de cuánto dinero se tira a lo… loco.

Y decir que nos entienden suena risible, porque si así fuera, ya habría cárceles llenas de defraudadores y corruptos, o tendríamos resueltos algunos de los problemas mayores que afectan, por ejemplo, a la juventud, que, por cierto, no se han dado cuenta que no es el único sector poblacional afectado: somos la totalidad de los mexicanos.

Por lo pronto, habrá que trabajar muy fuerte, todos desde nuestras trincheras y dejar a un lado la grilla; exigir a los que la hacen que ya no nos mientan, y que conviertan estas campañas políticas en una oportunidad para escuchar realmente las necesidades de la población.

Y, ¿cómo se logra eso? Sencillo: hay que salir a las calles a caminar con los demás y darnos cuenta del miedo que implica la oscuridad citadina, o entender por qué la gente se queja de tal o cual servicio que afecta nuestro desarrollo, y buscar, entre la misma gente, propuestas para subsanar estos problemas, y convertirlos en proyecto de gobierno que, si llegasen a ganar, lo llevarán a la práctica sin mentirnos más.

Todos los que estamos como espectadores queremos un mejor México, y de ello no hay ninguna duda, por lo que debemos centrarnos en la resolución de este tipo de problemas y aprovechar la riqueza del país no en cuentas que no nos ayudan a muchos sino a los familiares de una podrida y decreciente clase política.

Necesitamos que se actúe con energía con los que se han llevado el dinero, y se hace fácil lo anterior si se localizan las ostentosas casas que se mandaron a construir. Podemos partir de ahí.

Y luego, seguir buscando hasta encontrar lo que es de los mexicanos, y castigar muy severamente a los depredadores presupuestales, y con ese dinero, buscar inversiones que se conviertan en fuentes de empleo, no parra jóvenes, sino para todos los que reclaman un ingreso justo y necesario para mantenerse ellos o su familia.

Es tiempo de pensar en todos los mexicanos. Las campañas poco hay ayudado, y el columnista duda que sirvan de algo hasta su finalización. Vote, pero hágalo, por quien considere que sea el que nos proponga lo anterior.

Comentarios: columna.entre.nos@gmail.com