Platicaba con un amigo sobre cómo el ser humano administra el tiempo de calidad, y llegamos a la conclusión, con respeto a los conceptos científicos sobre el tema y utilizando un criterio menos rígido y más cercano a nuestras costumbres, que se podría considerar que nuestro tiempo en la vida emocional se puede administrar de manera primaria y secundaria. La primera forma implicaría el concepto de calidad emocional pura, y en ello, la mujer nos lleva la delantera, porque el don de la maternidad, por naturaleza, le facilita sin margen de error, hacia dónde tiene que dirigir su mayor afecto, y los cuidados inherentes a la preservación de la vida, de tal manera, que los beneficiarios primarios de estas acciones resultan ser los hijos, teniendo siempre como antecedente, la atención que recibe toda mujer de parte de su madre; si acaso, en la etapa de noviazgo, el enamoramiento privilegia el que la pareja se gratifique con tiempo de calidad, esto, para fortalecer los lazos afectivos para posibilitar la consolidación de una futura unidad para cimentar las bases de la procreación y el establecimiento del futuro hogar, esto, si se logra establecer una alineación de la energía interior que emana de la fuente original de la creación.
Con el paso de los años, la dirección de la aplicación del tiempo primario favorece en segundo término a los padres, y la mujer continúa en el liderazgo sobre su dispendio y aplicación efectiva, mientras que el hombre que vive en comunión marital, va generando la necesidad de ser considerado dentro de las prioridades de la mujer, pues con nostalgia recuerda el tiempo cuando la mujer le prodigaba un distinguido trato emocional primario y con cierto egoísmo lo reclama, olvidándose, que por más cambios que la evolución de la especie le haya otorgado, la naturaleza ha determinado que su rol es y será siempre el de aportar su simiente para asegurar la preservación de la raza humana.
Alguna vez le pregunté a mi conyugue ¿Cuándo llegará el tiempo en que me hagas sentir parte tuya? Ella por un momento se quedó callada y después comentó: No sé por qué preguntas eso, tú sabes que te amo, y de nuevo guardó silencio, pero no pude especular sobre lo que creo que me hubiera dicho en caso no haber considerado evitar herirme con su respuesta: Necesitaría engendrarte para poder reconocerte como parte mía, si en el principio de los tiempos yo fui creada de una costilla tuya, tu no me llevaste en tu vientre, cómo yo llevé en el mío a mis hijos.

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