La ciudad de México ha sido duramente golpeada por terremotos en los últimos cien años, debilidad del suelo que no logró detener el explosivo crecimiento de la capital del país que la llevó a ser una metrópoli densamente poblada. Los últimos terremotos demostraron la fragilidad del ser humano y de sus obras y puso a prueba el espíritu de lucha, de sobrevivencia y de solidaridad de sus habitantes, espíritu que una vez pasada la tragedia, también se convirtió en historia.
Los terremotos de la semana pasada recordaron a los habitantes de California que en algún momento llegará el temido “Big One”, hipotético gran terremoto de efectos catastróficos que los científicos esperan sacuda la costa oeste de Estados Unidos, específicamente California. No se trata de si habrá un gran terremoto, sino cuándo ocurrirá, dicen los geólogos. Los sismos recientes, los más potentes en 20 años, surgieron a 250 kilómetros al norte de Los Ángeles.
En California se utiliza el término Big One (el grande) para referirse a un terremoto muy grande en la falla de San Andrés, evento de magnitud 8 y es que grandes ciudades, Los Ángeles, San Francisco y San Bernardino están cerca de la activa falla de San Andrés, que recorre California de norte a sur a lo largo de 1,300 kilómetros y delimita la placa norteamericana de la placa del Pacífico. La de San Andrés es una de las fallas más estudiadas del planeta ya que se encuentra sobre la superficie terrestre. Fue la causante del terremoto de magnitud de 7,8 que destruyó parte de San Francisco en 1906, provocando la muerte de más de 3 mil personas.
A los científicos les preocupa la sección sur de la falla pues lleva demasiado tiempo sin descargar cantidades grandes de energía. Los estudios muestran que en los últimos 1,500 a 1,400 años, terremotos grandes han ocurrido con periodicidad de 150 años en la sección sur de la falla. El sismo más grande ocurrido en esa región fue en 1857. Los sismólogos aclaran que no tienen manera de anticipar cuándo ocurrirá.
Cálculos conservadores apuntan que de producirse un sismo de magnitud 7,8 en esa sección con impacto en Los Ángeles, segunda ciudad más poblada de Estados Unidos, 2 mil personas morirían y 50 mil heridas. Los daños materiales superarían los US$200 mil millones.
Por su extensión y por el hecho de delimitar dos placas tectónicas, un terremoto en la falla de San Andrés es citado como Big One. El término puede utilizarse otros sismos, por ejemplo, la falla de Hayward, localizada en el este de la bahía de San Francisco. Un reporte de 2018 considera esta falla es de las más activas y peligrosas pues recorre una región densamente urbanizada e interconectada. En la zona viven 7 millones de personas. Cada quien, dependiendo de en qué zona de California esté, tiene su propio Big One. Otra falla, la de Puente Hills, ubicada debajo de la ciudad de Los Ángeles, señalan que su ruptura es un evento inusual, que ocurre cada 3 mil años.
Según estimaciones de 2005, un terremoto de 7,5 en Puente Hills podría resultar en la muerte de 3 mil a 18 mil personas y pérdidas valoradas en US$250 mil millones. En años recientes, las autoridades de Los Ángeles y de otras ciudades exigen que los dueños de edificios fortalezcan las estructuras consideradas débiles y vulnerables a colapsar en un terremoto.