En una ocasión me levanté por la mañana sintiéndome muy triste, sin saber el motivo de mi congoja; decidí salir de la casa para dirigirme a un paraje serrano cercano, caminé por un par de horas subiendo por angostas veredas, hasta sentir que había llegado a un lugar suficientemente alto como para sentirme aislado socialmente y facilitar así la libertad de mi espíritu, para vivir en soledad aquella emoción de desconsuelo; después de unos minutos logré establecer un estado de meditación considerable y la energía de mi cuerpo empezó a liberarse, sin llegar a perder todo el calor de mi cuerpo, logrando además una respiración tan pausada y superficial que parecía imperceptible; de pronto, empecé a sentir cómo llegaba un viento fresco inesperado, y automáticamente mi cuerpo activó un mecanismo de defensa para evitar la hipotermia, abrí lentamente los ojos y observé cómo sólo la cúspide de los árboles se movía, y se escuchaba únicamente el sonido que la fuerza de la naturaleza quería que llegara a mis oídos, sin saber por qué sentí un poco de miedo y mi cuerpo se estremeció, pero al no escuchar, ni sentir otro tipo de sensaciones, mi mente empezó a tranquilizarse, más cuando todo parecía regresar a la calma el sonido proveniente del viento empezó a definirse; regresó entonces el miedo, y queriendo parame para salir corriendo, mis piernas y mis brazos ya no me obedecieron, sólo tenía activa mi mente y mi mirada se perdía en un espacio infinito, fue entonces cuando todo empezó a parecerme más claro al parecer escuchar lo siguiente: Sé por qué estás aquí y sé también el motivo de tu tristeza, no tengas miedo, he venido a sanarte; todo aquello que te parece difícil de entender, tiene un por qué, pero no te toca a ti resolver lo que te causa dolor y te causa tristeza; has seguido el proceso adecuado para encontrarte con tu verdad, no te castigues por aquello que tenía que suceder y que a los ojos de los demás te hace sentir impuro, sólo aquél que no se enfrenta a sí mismo, no se encuentra con su verdad. No te preocupes por los que te juzgan y te condenan, ellos se encuentran también en el proceso para encontrar su verdad; recuerda que el camino para buscar tu salvación siempre te llevará a mí, recuerda que nadie puede llegar al Padre sino es por mí; el que es espiritualmente ciego y sordo tardará más en encontrarse a sí mismo y encontrarse con su verdad, y la única verdad que nos hará madurar espiritualmente es el amor.

En una ocasión me levanté por la mañana sintiéndome muy triste, pero me di cuenta que no había despertado del todo y que estaba soñando, y cuando abrí a plenitud mis ojos, pude sentir que mi espíritu estaba lleno de gozo, entonces me invadió una paz que solamente se puede sentir cuando el amor de Jesucristo abraza tu espíritu.

enfoque_sbc@hotmail.com