El primer recuerdo que tengo del diputado Santiago Creel es el de los tiempos en que participó en el Grupo San Ángel, formado en 1994 como colectivo de la sociedad civil que buscaba promover una verdadera apertura democrática en el país, y en el que participaron figuras como Carlos Fuentes, Enrique Krauze, Clara Jusidman, Lorenzo Meyer, Carlos Monsiváis, Elena Poniatowska o Federico Reyes Heroles entre muchos otros (entiendo que el grupo llegó a incluir a un aproximado de 80 personas).
El colectivo surgió en medio de una crisis orgánica del sistema político mexicano a raíz del asesinato de Luis Donaldo Colosio y la insurgencia del Ejército Zapatista de Liberación Nacional: tal fue el contexto histórico que marcó a mi generación dentro de la cual muchos nos encontrábamos más o menos a la mitad de nuestra carrera universitaria o a punto de terminarla.
Ese acontecimiento puede interpretarse como el cierre del ciclo histórico del sistema político de la revolución mexicana institucionalizada, que inicia cuando Plutarco Elías Calles funda el Partido Nacional Revolucionario en 1929, tras el asesinato de Álvaro Obregón. La intención principal fue impedir que la sucesión presidencial siguiera siendo una disputa a resolver con las armas y pasara a ser una disputa institucional, a fin de brindar estabilidad al sistema político. Resulta paradójico que precisamente un arma de fuego haya sido la que, 65 años después, terminara con la vida de Colosio y también con esa estabilidad institucional que mantuvo en el poder al PRI, el heredero del PNR, durante todo el siglo XX.
Era un escenario verdaderamente inquietante, apasionante y lleno de inminencia para muchos de nosotros, sobre todo los que teníamos la convicción de que nuestra vida profesional se habría de desplegar en el plano de la política, la administración pública o la diplomacia, y que seguíamos un llamado político que, a la luz de tal contexto, se nos ofrecía desafiante e incierto.
El Grupo San Ángel era entonces algo que generaba en mí y en muchos de mis compañeros una gran expectativa. Algunos de sus miembros eran grandes escritores (Fuentes, Poniatowska), historiadores (Meyer) o ensayistas políticos (Basáñez, Reyes Heroles) que veíamos y admirábamos a la distancia al tiempo de leerlos y discutirlos con interés y pasión. En una época en la cuál era prácticamente imposible acceder a sus foros y reuniones, que se mantenían en lo privado, era natural entonces que se produjera un halo de misterio alrededor de ese grupo que imaginábamos enfrascado en el desciframiento de las claves del futuro de México.
Ahí estaba también entonces Santiago Creel como abogado de grandes capacidades profesionales y una vocación cívica por la política como responsabilidad fundamental, a partir de lo cual arrancaría una trayectoria que lo llevaría del activismo cívico-electoral a aquél gran primer Consejo General Ciudadano del entonces Instituto Federal Electoral (el conformado por personajes tan entrañables como Miguel Ángel Granados Chapa o José Agustín Ortiz Pinchetti), así como al histórico Seminario del Castillo de Chapultepec, antecedente de la reforma político electoral de 1996 y, por tanto, de lo que fue posible en el año 2000: la llegada del PAN a la presidencia de la república.
De ese primer momento cívico-electoral pasó el diputado Creel al político-partidista y gubernamental, sumándose a la plataforma del Partido Acción Nacional tanto en los gobiernos emergidos de ahí como en los grupos parlamentarios en el Congreso de la Unión y a nivel local, habiendo sido diputado local y federal y senador además de candidato a Jefe de Gobierno del Distrito Federal en el año 2000. Al perder la elección por la jefatura de gobierno, el entonces recién electo presidente de la república, Vicente Fox, lo invita a formar parte de su gabinete como Secretario de Gobernación.
En el contexto político actual, en el que de alguna forma se ha adelantado la sucesión presidencial, los partidos Acción Nacional (PAN), Revolucionario Institucional (PRI) y de la Revolución Democrática (PRD), junto con organizaciones de la sociedad civil, anunciaron este lunes el inicio de la construcción del Frente Amplio por México (FAM) y la elección del “Responsable Nacional” de ese frente, quien seguramente terminará siendo candidato a la presidencia en 2024 en representación de esos 3 partidos. El hoy Diputado Presidente del Congreso de la Unión, Santiago Creel Miranda, es uno de los contendientes en dicha carrera, que en parte es posible gracias a la transición democrática que ha vivido México en los últimos 40 años, proceso en el cuál Creel participó activamente, primero como ciudadano y posteriormente como político.
Las lecciones para todos, y en particular para las nuevas generaciones, me parecen evidentes, siendo una de ellas la de que los procesos históricos toman décadas. En este caso concreto, estamos hablando del de la transición democrática, que ha sido lento y queda mucho camino por andar, sin perjuicio de reconocer que se han logrado avances significativos.
Habrá que estar atentos para ver si el método de selección del FAM tendrá éxito en procesar, de manera conjunta, tanto los acuerdos partidarios como el genuino interés de amplias franjas ciudadanas en beneficio del más alto interés de la nación.
La autora es Secretaria General de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión