Resulta maravilloso tener la oportunidad de ser testigo de cómo las nuevas generaciones de niños nos sorprenden con su inteligencia; mención especial merecen las niñas, que al irse desarrollando intelectualmente en igual de circunstancias que los varones, han evidenciando precozmente ese enorme potencial para aprender todo con una mayor rapidez.
Que por qué lo digo, bueno, al fin médico, acostumbrado a agudizar los sentidos para detectar cualquier variable que exhiba la diferencia entre lo normal y lo sobresaliente, me he convertido en un buen observador, aunque a decir verdad, cualquiera que haya tenido la experiencia de participar en el desarrollo fÃsico e intelectual de los niños, ya sea en calidad de padres, tutores, maestros, o terapeutas especializados, podrÃa estar de acuerdo conmigo.
En fin, he aquà una pequeña muestra de evidencias donde sustento mi apreciación: Mi nieta MarÃa José, tiene en estos momentos 2 años y 6 meses, a muy temprana edad mostró grandes habilidades para razonar, y rápido, pasó de lo simple a lo complejo, de tal manera, que le permite resolver situaciones que a otras edades aún acusan un grado de dificultad.
Su vocabulario es amplio y sin duda conoce la definición de las palabras, porque le permite dar respuestas congruentes; la semana pasada se encontraba de compras con un familiar y al introducirse a una tienda, inquieta como es la niña, se soltó de la mano de su cuidadora para recorrer los pasillos; en su trayecto, una amistad que conoce a la familia la reconoció y pensando que la niña se habÃa extraviado, se acercó a ella y al tomarla de la mano y desconocer a su benefactor empezó a pedir ayuda, logrando con ello alertar a todos los que se encontraban en el lugar.
Hace un par de dÃas, estando en mi trabajo me habló mi esposa para darme la noticia que la niña se habÃa tomado un poco más de la dosis de un jarabe para la tos; puso al teléfono a la niña, para que le recomendara el no volver a hacerlo y le pregunté: _¿Tienes algo que contarme MarÃa? La niña intuyó que la iba a regañar y su primera respuesta fue negativa; le volvà a hacer la pregunta y en esta ocasión, con mucho aplomo me dijo: _Bueno… sà abuelo, me tomé un poco más del jarabe para la tos.
Le recordé que por ningún motivo deberÃa tomar ella sola sus medicamentos, que era necesario que un adulto se los administrara. Ella me contestó que ya lo sabÃa, pero, como tardaron un poco en dárselo, ella lo tomó por su cuenta, porque además el jarabe estaba muy rico.
Ayer nos visitó un familiar en nuestro hogar, MarÃa José se encontraba también de visita, nuestro pariente se dirigÃa a la cocina cuando accidentalmente sufrió una contusión en la rodilla, sin pensarlo externó una palabra altisonante, lo que no pasó desapercibido para la niña, quien corriendo fue a enterarme de la falta de parte de su tÃo, tratando de minimizar el evento, le dije a MarÃa que su tÃo no habÃa dicho ninguna mala palabra, pero ella insistÃa que sÃ, entonces le pedà que repitiera la palabra, ella me dijo que no debÃa hacerlo porque era una palabra mala; le dije: _Está bien si es muy fuerte no la repitas.
Entonces la niña se me acerca al oÃdo y me dijo con voz muy baja la palabra; le reproché de manera suave el que lo haya hecho, pero ella comentó. : _Por eso te la digo quedito, para que no se oiga fuerte.
Cuando en una reunión le platiqué a la familia el motivo de mi asombro, en el caso que hoy narro, curiosamente todos los abuelos presentes coincidieron conmigo hablando maravillas de sus nietos.
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