El pregonero del pan pasó rápidamente frente a nuestra casa, eran las 5 de la tarde, y mi esposa no pudo evitar exclamar: Con gusto me comería una concha.

En ese momento me imaginé estar comiendo una deliciosa concha recién horneada, la disfruté tanto hasta que me dio gastritis, entonces desistí de ese pensamiento, porque algunas personas dicen, que a cierta edad, resulta ser pecaminoso, no solamente comer un pan, sino también pensar en ello.

La verdad yo no me resigno a soltar todo aquello que me causa satisfacción, y por qué no decirlo, que me hace feliz; así es que, como dicen también, me atengo a las consecuencias. Con el tiempo he llegado a pensar, que más que tener que limitarse o privarse del consumo de algunos alimentos o bebidas, debido a la edad, tiene mayor impacto el estado de ánimo en que se encuentre la persona, previo al consumo de lo prohibido, bueno, eso lo he observado en mi caso, de tal manera, que si me encuentro tranquilo, relajado, con un umbral bajo de estrés, y si aparte, mi entorno se confabula para tener un ambiente apropiado, no veo por qué no tener que salirse un poco de la dieta recomendada por algunos de los nutriólogos o colegas médicos que cuidan de sobremanera el que sus pacientes no consuman azúcares, condimentos, picantes, incluso bebidas. No vaya a pensar, mi estimado lector, que estoy invitando a la comunidad, sobre todo a los adultos mayores, a que abandonen las recomendaciones nutricionales de sus médicos y licenciados en nutrición, de ninguna manera; sería el menos indicado debido a mi profesión y a que soy un claro ejemplo de paciente con trastornos digestivos, entre ellos, gastritis y colitis; pero, como comento, mucho tiene que ver el tipo de personalidad que tengo, pues me predispone a este tipo de padecimientos, de hecho, en los últimos 10 años de mi ejercicio profesional, he estado buscando el mejor método para lograr el equilibrio emocional, pues cuando se presenta un desajuste en él, aparecen una serie de patologías, que pueden ser controladas o evitarse, al mantener estable el estado emocional.

Mi esposa estaba resignada a no merendar una concha recién horneada, pero, yo no puedo consentir una cara triste en ella, así es que alcancé al panadero y compré dos conchas.

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