El sábado 13 de julio las redes sociales explotaron con la alarmante noticia de que habían atentado con arma de fuego contra el virtual Presidente de los Estados Unidos de América para el periodo 2025-2028.

Mientras CNN trasmitía en vivo un mitin de Donald Trump, algo que de entrada causaba extrañeza, pues era en un pueblo pequeño de Pensilvania y no se anticipaba una declaración escandalosa, pero, además, no había sido promovida con publicidad previa, eso, a cualquiera le causaba cuando menos una llamada de atención.

Ahí, a pocos minutos de iniciado el mitin, en televisión abierta y a todo el mundo, se presentó la oportunidad de ver en vivo, un intento de magnicidio que causó furor en las redes.

La desinformación de los medios tradicionales se vio acotada por tanto video que llenó las redes sociales, convirtiendo en viral el momento en el que todos pudimos captar cómo reacciona un hombre ante un intento de asesinato.

La actitud de Trump, hizo sospechar de inmediato en algo montado, pues nunca perdió su “timing marketing” y como buen publicista le sacó provecho, yo diría gran provecho, a unas cuantas gotas de sangre.

El otro factor que contribuyó a ver todo como un show, fue la actitud de los guardaespaldas, desde la que no atinaba a colocar su arma en la funda, hasta el ingenuo que pensó que colocando su mano extendida sobre la “moyera” de Donald, iba a impedir que otra bala lo rematara.

Nunca pensé que fueran miembros del Servicio Secreto, hasta que los mismos comunicados del gobierno lo reconocieron, pero les faltó decir solamente, que ese día habían asistido a trabajar puros novatos recién egresados de la academia.

A cuenta gotas nos fuimos enterando de que habían sido varios los tiradores, dos de los cuales resultaron bulos, de esos que gente sin quehacer disfruta subiendo a las redes, pero el tercero, el cual fue abatido con un tiro en la cabeza junto al rifle de asalto de su padre, resultó ser un jovencito de 20 años de edad.

Y fue ahí donde la perspectiva cambio, la idea de un auto atentado despareció de inmediato, pues nadie se imaginaba a un operador de la víctima dictando instrucciones para que el rozón de bala fuera exactamente en una oreja de Donald Tump.

Las versiones del atentado cambiaron de rumbo, obligó a la Casa Blanca a pronunciarse y concluyó con una declaración del propio Presidente Joe Biden, diciendo públicamente que buscaba telefónicamente a la víctima del atentado.

Los más incrédulos con la realidad mostrada ante las cámaras de televisión, comenzaron a imaginar escenarios más complicados, un francotirador a 500 o 1000 metros que falló, una eficiente coordinación para abatir al chivo expiatorio y muchos testigos a la mano.

Sin embargo, la ineptitud del primer círculo de seguridad de Trump, hizo dudar de todo, con mayor razón cuando comenzaron a circular los videos de aficionados asistentes que se percataron del jovencito abatido, encima del techo de un edificio gubernamental a escasos 100 metros del templete donde Donald daba su discurso.

Pero sobre todo porque mientras él hablaba al micrófono, los francotiradores de la policía que estaban a espaldas del precandidato, ya apuntaban a donde estaba el joven que en unos minutos más seria abatido.

La actitud de Trump con el puño en alto, y el grito de FIGHT, tuvo dos interpretaciones, la de sus seguidores como LUCHA y la de los medios tradicionales como PELEA. Sin duda nadie esperaba esa reacción, será el emblema de lo que sigue, si es que lo dejan llegar.

Pero lo relevante no fueron todas esas inconsistencias del Servicio Secreto, sino los comentarios en redes, muchos festejaron que el tirador fuera abatido, ya que por sonso falló al cráneo de Trump, otros pedían la renuncia de todo el Servicio Secreto por no haber cumplido la misión, y no eran comentarios jocosos, eran muestra de una SOCIEDAD INSENSIBLE.

 

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