El principal modelo histórico de educación técnica es el francés, lo que obedece a una combinación sui generis de factores económicos, intelectuales y políticos. Por un ladoestá el enciclopedismo ilustrado de la segunda mitad del siglo XVIII, que rompió los moldes de la educación vinculada a la iglesia para abrirle paso a una suerte de crítica de la razón escolástica que supuso una revolución en el pensamiento con repercusiones que recorrerían la trayectoriallamada a conectar a Saint–Simón, el socialista utópico, con Federico Engels, el socialista científico, previo paso por el positivista Augusto Comte y Carlos Marx, el materialista histórico.
Por otro lado está la revolución francesa, que en buena medida estuvo catalizada por esa renovación de los esquemas de pensamiento que habría de liberar políticamente las energías sociales, culturales y económicas posibilitando el desarrollo de la industria y el comercio y que habría de desembocar en las grandes reformas napoleónicas y en la exportación de su modelo por toda Europa para derribar el mayor número de monarquías, dicho sea en la terminología de Carlos Marx: “la doble revolución” se refiere a la industrial, que fue tecnológico-científico-productiva, y la francesa, que fue político-ideológica.
De toda esta eclosión impresionante, se derivaría el derribamiento de las estructuras educativas y productivas vinculadas a los gremios, la aristocracia y el feudalismo (recomiendo mucho la película Ridículo, de Patrice Leconte, para comprender este proceso de transición tan importante), y la correspondiente reorganización educativa a partir de nuevas instituciones: la Escuela Politécnica, el Instituto Nacional de las Ciencias y las Artes, el Conservatorio de Artes y Oficios. Ahí quedarían establecidos los cimientos de la tradición educativa francesa que se mantiene con un prestigio muy notable hasta nuestros días.
La técnica y la tecnología habían sido siempre el motor de la historia, sólo que con el advenimiento de la revolución industrial la humanidad entró de lleno e irreversiblemente en una era dominada de manera aplastante y sin retorno por la máquina, que es lo que luego Chaplin plantearía en su clásica y extraordinaria película Tiempos Modernos (1936).
El otro modelo importante para la educación técnica es el alemán, que se desarrolla a partir del siglo XIX bajo el esquema de formación dual, es decir, en empresa y en una escuela vocacional y que hasta nuestros días subsiste. Su origen se remonta a los gremios medievales, que son el antecedente de las actuales cámaras de comercio e industria y que crearon el modelo de formación “aprendiz-oficial-maestro técnico”. A partir de 1869 se hace obligatoria la asistencia a una escuela vocacional para trabajadores menores de 18 años, que eran formados en matemáticas básicas, lectura y escritura. En 1897 aparece la figura de educación dual, que consiste en la formación teórica en la escuela vocacional y la práctica en la empresa.
La clave del modelo alemán es que permite a un muy amplio sector de la sociedad acceder a una formación técnica reconocida, de calidad y competitiva en el mercado laboral, razón por la cual es muy común saber de casos en los que un plomero, un electricista o un carpintero ganan más en Alemania, en términos tanto relativos como reales, que cualquier profesionista mexicano con licenciatura y hasta con posgrados, lo que supone una reorientación en la sociología de la educación y el trabajo sumamente interesante en la que la ostentación de un título de “licenciado” no necesariamente debe de ser la desembocadura obligada del sistema educativo, y en la que basta con tener un certificado técnico-vocacional para acumular el capital social y cultural, además del económico, que te permite vivir dignamente y con reconocimiento y prestigio social perfectamente establecidos.
En México, el modelo alemán de educación dual tiene una importante presencia a través de más de 150 empresas germanas que cuentan con inversiones en nuestro país, como es el caso de Siemens, Volkswagen, Mercedes Benz e incluso empresas de tamaño mediano como Eugen Wexler, entre muchas otras. Además, empresas mexicanas e internacionales también han aprovechado el modelo alemán para capacitar a su personal y mejorar sus procesos de producción, como es el caso de Grupo Alfa, General Motors y Chrysler, pero también empresas pequeñas y medianas, ubicadas en Tamaulipas y con el apoyo del CONALEP han obtenido buena ventaja del modelo de educación dual.
Recientemente quién ha estudiado el tema a profundidad y se ha convertido en un referente en los Estados Unidos es la académica norteamericana Cathy N. Davidson, quién ha escrito varios libros, entre ellos: “La nueva educación: Cómo revolucionar la universidad para preparar a los estudiantes para un mundo en constante cambio” y “El nuevo salón de clases universitario”. Vale la pena analizar su trabajo a detalle y conocer de primera mano qué está haciendo nuestro principal socio comercial, pues Davidson es asesora en jefe de la City University of New York, que es la universidad pública más grande de los Estados Unidos con más de 25 campus y casi medio millón de estudiantes.
Este sería un muy buen primer paso, creo yo, para actuar luego entonces en consencuencia y a la brevedad tanto en México en general como en Tamaulipas en particular, en una época como la nuestra marcada por nuevas realidades como el nearshoring. En mi caso personal y familiar, contamos con un referente histórico fundamental como punto de partida: mi abuelo Juan Báez Guerra, de quien lleva el nombre el Centro de Bachillerato Tecnológico Agropecuario 117 de Tula, Tamaulipas y del que hablaré en mi próximo artículo.
La autora es Secretaria General de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión