Siempre atento al acontecer de mis pacientes, hoy estuve más que dispuesto a escuchar a Jesús, un joven de semblante tranquilo y de aspecto saludable, de ahí lo inexplicable de que llegara a mi consulta, y al preguntar el motivo de la misma, sin más preámbulos me dijo: ¿Qué es esa extraña sensación que te hace sentir que estás flotando, y que por ende, no sientes que pisas el suelo, al grado de no saber si realmente estás aquí o no lo estás, pero, que te mantiene sujeto en el espacio y en el tiempo por algo intangible, que se antoja tan extensible, por lo que te permite suficiente libertad y ligereza, y que no pone resistencia como para que tu esencia se deje llevar por un inexistente viento, y que posee tal fuerza que te despoja de toda voluntad, para hacer la suya y conducirte a donde todo te parece un sueño, y que a pesar de tener abiertos los ojos, sin estar consciente de ello, te parece que sigues durmiendo, no porque tú así lo desees, sino porque no puedes evitarlo? Yo no vengo por una consulta ordinaria, continuó diciendo, vengo por respuestas como antes dije.
Intuí que tal vez no era yo el profesionista al que buscaba y por ello, me atreví a preguntarle: Me da la impresión de que se equivocó de consultorio, tal vez, busca el área de psicología. De ninguna manera creo haberme equivocado, respondió con una franca sonrisa.
Por mi parte, empecé a preocuparme y seguramente lo evidencié de inmediato en la expresión de mi cara, no pasando por alto para el misterioso paciente. Vamos no se angustie médico, ya le dije que más que aspirar a una consulta, mi deseo es encontrar respuestas en la sencillez que nos ofrece un diálogo honesto y en confianza, así es que, lo escucho. No entiendo, usted es el que acudió a mí en busca de consulta. No, yo acudí por qué usted me llamó con aquel grito que expresara en su conciencia, advertí entonces el dolor por el cual estaría pasando, y sí, también se le escuchó decir: ¿Qué es esa extraña cosa que te hace sentir que estás flotando…? ¿Aún quiere saber que le está ocurriendo? No, ya no es necesario, gracias Jesús.
En un abrir y cerrar de ojos, en lo que es llamado científicamente como micro sueño, mi cuerpo que siente, mi mente que presiente y mi espíritu que se suma al sentir de todos, está más que preocupado.
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