Sin lugar a dudas, la medida adoptada por los diputados de Tamaulipas en el sentido de endurecer las sanciones para servidores públicos que han fallado a la sociedad y a la confianza de quienes les encomiendan tan delicada función, ha sido bien vista por la sociedad agraviada tradicionalmente por un grupo de personas que se han servido con la cuchara grande a través de la administración pública, enriqueciendo no sólo a sus hijos, sino a todos sus familiares, y dejando en bancarrota a las administraciones, federal, estatales y municipales, de acuerdo al caso.

Y es que a diario vemos a alguno de esos “pobres sacrificados” por nosotros que han sido detenidos o indiciados por sus culpas y vergüenzas en el manejo del presupuesto ajeno.

Más que justo el hecho de que se les consigne, pero no sólo ahí debe quedar el asunto, desde la óptica de los ciudadanos, sino que debe darse seguimiento y garantizar que devuelvan lo que se han llevado en forma por demás ilícita.

Los legisladores de la Entidad dan seguimiento a la petición ciudadana de combatir la corrupción en todos sentidos; quitar del camino a quienes se sirven de una por demás insultante, y que nada tienen que hacer en la administración de un cargo, escolar, político o de cualquier tipo.

Hay quienes apenas están llegando y la ven la forma de servirse del presupuesto, tratando de incitar a los colaboradores menores a firmar desviaciones de fondos que están perfectamente etiquetados, es decir, que no se pueden gastar en cualquier cosa porque está destinado ya su objetivo final.

No es gastar por gastar: quienes han tenido oportunidad de participar en una administración saben que hay distintos tipos de recursos, y unos no pueden ser para otros fines distintos a los que están establecidos, y suele suceder que se desvían, a veces, sin mala intención, pero no se gastan adecuadamente, y eso lo castiga la ley, solamente que nuestros juzgadores y guardianes de la ley han sido demasiado laxos con los bribones disfrazados de funcionarios.

Y no hace falta que se ofendan o que la gente pida nombres: solos se dan a notar, porque bien dice un refrán popular que se puede ocultar todo, menos lo rico y lo p… Dicen nuestros legisladores que en primera instancia, cambiarán el nombre de los ilícitos, con el deseo de que este primer cambio pueda ser determinante en las acciones que se lleven a cabo.

En lugar de llamarse “delitos cometidos por servidores públicos”, serán ahora conocidos como “delitos por hechos de corrupción”, que, finalmente, eso es lo que acontece cuando un tipo de éstos se embolsa los millones sin el menor recato.

Y la postura de los diputados aclara quienes son servidores públicos, dando una serie de calificativos y formas de mencionarles, para que no salgan con que no sabían lo que eran.

Ya es tiempo que los que nos representan sean limpios y honestos, y que los que nos gobiernan dejen a un lado esas pillerías que nos han hundido como sociedad, porque ya no queremos más nuevos ricos –aunque todos los días surge uno nuevo en la lista porque el dinero de la gente no debe mal utilizarse: deben ser muy cautelosos en el manejo del mismo, escrupulosamente honestos, y sobre todo, claros en la forma en que se gastan lo que no es suyo y que tienen prestado por los miles -millones- de votantes que accedieron a dar su voto de confianza para que ellos actúen como administradores de la riqueza de la Nación.

Y en ese sentido, los legisladores hacen un trabajo interesante, justo y necesario, y que la sociedad seguramente se los aplaudirá.

Ahora falta que los servidores sean congruentes con su juramento de toma de protesta, y ya no nos roben nuestro dinero, porque no queremos, a menos que sea gente trabajadora, más nuevos ricos sexenales en la Entidad. Por favor.

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