Es una historia recurrente en México.
En la víspera –entiéndase en los meses previos cercanos– de la sucesión presidencial, junto con la ola de aspirantes que suele aparecer en busca de ese puesto, surge también una cauda de analistas, lectores entre líneas, expertos electorales y una suerte de peritos en criptología política que en su mayoría enredan más los entresijos de este capítulo del poder.
Ciertamente, algunos de esos especialistas en el tema –muy pocos– tienen a su alcance fuentes que arrojan un poco más de luz en ese terreno, pero hay que elegirlos con lupa para no caer en errores estrepitosos que decepcionan a sus seguidores y los ridiculizan a sus autores.
Lo que ahora sucede en el seno del Partido Revolucionario Institucional y su líder nato, Enrique ¨Peña Nieto, es una muestra más de esas circunstancias. Especulaciones, filtraciones e interpretaciones circulan a granel y lo mejor –es una recomendación personal– para ciudadanos comunes como usted y yo, separados de esos “iluminados”, es esperar en un proceso en el que ni en el mundo nos hacen.
De poco valen una sonrisa, un gesto, una palabra, una palmada o un reconocimiento para asomarse al futuro. Más aún, cuando el afortunado conoce su destino, es quien menos señales emite.
Para confirmar lo anterior, le comparto aquí una anécdota de la sucesión registrada en el siglo anterior, conocida por su servidor en lecturas actuales, pero que conserva vigencia plena.
Cuentan que el entonces Presidente Adolfo Ruiz Cortines mandó llamar a quien después todos sabrían que sería su reemplazo, el Secretario del Trabajo, Adolfo López Mateos, precisamente para darle a conocer que era “El Elegido”.
Una vez comunicada su decisión al ganador de en ese tiempo el Premio Mayor de la política, el Presidente le dijo a López Mateos que se podía retirar, pero al ver que iba a salir por la puerta principal, le dijo que lo hiciera por una lateral, “para que no lo vieran otros políticos o los periodistas”.
El virtual candidato, sorprendido, dijo al mandatario: “Señor Presidente, nadie sabrá lo que me dijo; yo no diría ni una palabra de esto”. Y el viejo Adolfo, mordaz, le contestó:
“Sí, lo sé, pero se le nota mi amigo, se le nota…”
Búsquele, a ver si se le nota a alguno de los que se mueven…
JUGADAS NARANJAS
Apenas ayer hacía referencia en este espacio sobre el clima electoral adverso que rodea al líder –oficialmente Delegado– de Movimiento Ciudadano en el Estado, Gustavo Cárdenas Gutiérrez, así como de los movimientos que es capaz de generar o impulsar para tratar de conservar sus parcelas de poder.
Y ayer mismo, lo sucedido en el Congreso Local me dio la razón.
La diputada Guadalupe Biasi soltó toda la metralla que tenía en sus alforjas contra la Secretaría de Salud, al denunciar severa
Al margen de que mucho de lo expuesto es verdadero, la miga del señalamiento no es lo que dijo Biasi –que ya todos lo sabemos– sino el origen de sus aseveraciones: el partido Movimiento Ciudadano, que cobija a la legisladora.
¿Por qué ahora la denuncia del MC, en la antesala de las definiciones de candidaturas en el virtual Frente azul–amarillo–naranja?
La pregunta casi asegura la respuesta. Queda claro que Gustavo está en Tamaulipas, hasta ahora, fuera de esa jugada de grandes ligas. Lo confirmó el dirigente estatal de Acción Nacional Francisco Elizondo, quien en lenguaje coloquial lo “ninguneó” al declarar que Cárdenas está solo y que sus antiguos seguidores lo abandonaron para sumarse al gobierno estatal actual.
Que nadie se sorprenda. Gustavo está moviendo sus fichas y habrá que esperar cuál será su próxima jugada para mandar el mensaje de que se le debe atender. Igual, exactamente igual, que lo realizado en el escandalito de su bisoño regidor victorense en el proyecto del “17”.
Genio y figura, hasta la sepultura…
@LABERINTOS_HOY