El oscuro fin de la semana pasada y el inicio de la presente, quedará grabada a fuego –literalmente– para los habitantes de Reynosa y Río Bravo. Y por desgracia, de manera indeseable.

Le comparto un mensaje recibido ayer por un compañero periodista.

“Ya no quise seguir contando a las víctimas. Me rindo y me retiro. Pensé que habíamos tocado fondo pero este infierno no para de crecer”.

El drama no requiere mayor explicación.

Los sucesos en las mencionadas jornadas consecutivas compiten exitosamente con las imágenes bélicas de latitudes alejadas en la geografía pero terriblemente cercanas en la coincidencia de hechos. Sangre, muerte, terror.

No puedo imaginar a un tamaulipeco honesto durmiendo tranquilo mientras nuestros hermanos de la frontera sufren ese caos. No quiero imaginar que un solo funcionario público, sea de ese municipio, del Estado o del gobierno federal, se quede impávido ante esa pesadilla.

Pero lamentablemente en lo relativo a la esperada reacción institucional, parece suceder así.

No se entiende de otra manera que ese querido girón de Tamaulipas sea presa desde hace meses de una ola de violencia generalizada que no respeta edades ni ocupaciones y no se haya avanzado un centímetro para rescatarla.

La pregunta cala hasta los huesos:

¿En dónde están las autoridades responsables?

Nadie parece saberlo. Y si le parece exagerada esa visión, basta leer el mensaje público del diputado federal Edgar Melhem, en un grito desesperado ante la desgracia de esa región. Lo reproduzco textual:

“URGENTE!!… los límites de violencia e inseguridad han sobrepasado límites nunca antes vistos en Reynosa y Río Bravo, la gente no puede salir a trabajar. Hago un llamado al gobierno federal y al gobierno del Estado para que garanticen la Paz y la Tranquilidad en esta región”.

Y agrega:

“Amigos tomen sus precauciones en estos días difíciles y Dios nos de la sabiduría de salir adelante”.

El mensaje ha sido recurrente con otras palabras similares, pero con el mismo contenido.

Hasta ahora, ninguna ciudad, comunidad o región de Tamaulipas ha resentido un drama de este tamaño en ese sentido. Y lo que podría sobrevenir se plasma en lo manifestado por una representación del sector empresarial: que ante la aparente y desesperante lasitud de la respuesta oficial se genere un efecto multiplicador de la violencia como se dio en Río Bravo derivado de su cercanía con Reynosa y como empieza a gestarse, de acuerdo a los mismos voceros de la iniciativa privada, en Matamoros.

Por favor, en nombre de esos paisanos en donde se encuentran familiares, amigos, colegas, tamaulipecos en general, acudan en auxilio de ellos, porque hasta ahora la única opción que tienen, desgraciadamente, es rezar…

INSISTENCIA INCÓMODA

No es costumbre de un servidor hacer secuelas de un tema abordado en una colaboración anterior, pero me llama poderosamente la atención lo que está sucediendo en los medios de comunicación de circulación o penetración nacional, sobre el caso Eugenio Hernández Flores.

Ya es alarmante para sus acusadores la insistencia de columnistas y articulistas en esos lares sobre las presuntas irregularidades cometidas en el proceso que se le sigue al ex gobernador. Que quede claro, no lo defienden, pero subrayan desde su óptica inconsistencias que de ser ciertas abrirían la puerta a la desconfianza sobre la averiguación que se le ha fincado al mismo..

Un buen deseo que con seguridad comparto con la mayoría de los tamaulipecos: que sea la justicia la que se imponga…

Twitter: @LABERINTOS_HOY