De ese cálido contacto al tomarse de la mano, emerge un gran sentimiento que en todos los casos se define como amor, porque conlleva la intensión de transmitir el sincero afecto que se tienen las personas buenas de corazón.
Si se trata de un saludo al amigo o al hermano, la expresión lleva consigo los buenos deseos de estar siempre unidos, de mostrarse siempre solidarios y decididos para ayudarse cuando sea necesario.
Si misericordia queremos mostrar al desvalido, tomemos su mano con suavidad, mirándolo directamente a los ojos, así el doliente podrá comprobar con gran alivio, que en ese acto de plena sinceridad, hay amor de verdad, hay consuelo espiritual.
Si el saludo fuera ocasional a un desconocido, no tengamos duda, es una valiosa oportunidad para conocerse mejor y poder entablar con el tiempo una sincera y larga amistad.
He tomado a tantas personas de la mano, y con ello, he abierto mi corazón al concierto de emociones que me definen como un ser humano de buena voluntad; ante el amigo, el hermano y el desconocido, me presento como soy y como vivo, y en la confianza de ser aceptado, siempre participo en forma por demás activa y positiva, mas, cuando debo de permanecer callado, respetuoso o abstraído, me retiro, pero mi mano siempre está cerca para continuar con la amistad.
De una mano que nunca me quisiera soltar, es de aquella que me levanta cuando caigo, que toca mi hombro cuando estoy triste y me siento desvalido, que me acerca a las cosas buenas y me retira de aquellas que me pueden hacer que me desvíe del camino, la mano de Dios que siempre está conmigo

Correo electrónico:
enfoque_sbc@hotmail.com