A julio 2020 se analizó el registro de 818,420 personas. Se documentó que 53% de personas afectadas tuvieron contacto con un enfermo confirmado conocido. 72% de los casos evolucionaron ambulatorios. 8% de pacientes hospitalizados requirieron unidad de cuidados intensivos. La atención se prestó con mayor frecuencia en el sector público. La letalidad, 11.3%.

Obesidad, hipertensión arterial y diabetes mostraron las prevalencias más elevadas. Esta condición se incrementa entre los casos confirmados de la enfermedad y aumentó en la población fallecida por esa causa. Se observó ese comportamiento cuando se trató de enfermedad cardiovascular, enfermedad renal crónica (ERC), estado de inmunosupresión o enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) El riesgo muerte se incrementa de manera significativa, más evidente en ERC.

De la letalidad más baja, Baja California Sur (4/100), se estimó el riesgo de morir: Entidades con mayor riesgo, Morelos (más de 5 veces) y Baja California (5 veces) Chihuahua, Chiapas y Sinaloa (más de 4 veces). Ciudad de México y Tabasco presentaron cifras elevadas de incidencia y mortalidad y vieron duplicado el riesgo.

COVID-19 es enfermedad nueva con efectos más drásticos en hombres, personas de la tercera edad y grupos con enfermedades cardio metabólicas, renales o inmunosupresor. Esas características poblacionales suponen mayor vulnerabilidad que en países de elevado desarrollo y mejores condiciones de vida.

Al tratarse de enfermedad crónica que afecta más a los grupos que presentan factores de riesgo, es evidente la atención deficiente por los servicios de salud y falta de estrategias de prevención que contribuyan al bienestar colectivo. Se suma estudio deficiente de contactos, número insuficiente de prueba diagnóstica, por tanto, poco orientadoras para atención epidemiológica oportuna. Lo irrefutable es que COVID-19 influye negativamente en la vida cotidiana y relaciones sociales de personas, familias y el colectivo, en la vida educativa y escolar, el trabajo, convivencia y expectativas de un desarrollo sostenible.

El problema más grande que representa para México es el efecto catastrófico que se concatena con otras condiciones que vulneran el futuro de la población, incluidas patologías endémicas, de elevada frecuencia o de creciente prevalencia. México vive un momento de tránsito de régimen de Estado, violencia en aumento, deterioro económico, contrarreforma del sistema de salud y transformaciones estructurales.

Se requerirá tiempo para resarcir el daño y crear condiciones de bienestar. Se sabe de intereses comerciales, económicos y políticos enmascarados en la necesidad de restaurar la salud perdida. El incremento del rezago social se notará más si se tiene en cuenta que estos factores son fundamentales en el aumento de la desigualdad entre quienes más posibilidades tienen y quienes son vulnerados.