Contenida la emergencia sanitaria, los países concentrarán su esfuerzo en sacar su economía de la recesión más dura de la historia. La solución tiene aliado: los robots. En agosto, el gobierno japonés aprobó en 2021 robots para entrega de paquetería a domicilio. Abre la puerta a nuevas aplicaciones para la tecnología y avanza en la robotización.
Las autoridades económicas se enfocan en medidas de estímulo fiscal o monetario y olvidan que la tecnología a nivel microeconómico es eficaz. Al analizar la evolución del empleo se ve que la pérdida de trabajo es menor en economías robotizadas (Corea del Sur, Taiwán, Alemania, Suecia) que en las menos automatizados como el turismo (España, Italia) La robotización de la economía es tendencia que se consolida desde inicio del siglo XXI. COVID-19 la convirtió en algo irreversible. El distanciamiento social y empleados que no acuden a su centro de trabajo y las tareas realizadas por robots es ventaja para las empresas. Los robots no se contagian y requerir menos empleo presencial humano, los espacios físicos tienen menor ocupación y facilidad para la distancia de seguridad. La solución beneficia a la empresa que no merma su capacidad de producción y para los empleados es más seguro acudir a su centro de trabajo.
Otro motivo es la resiliencia, capacidad de la economía para resistir shocks externos de oferta como el actual y superarlos. El robot da flexibilidad a las empresas ya que tiene costes fijos de implantación y mantenimiento, sin coste variable por volumen de trabajo. Una empresa que emplee robots se limita a obtener nivel de facturación para cubrir costes operativos fijos, y a partir de ahí expandir su volumen de negocio con impacto mínimo en los costes. La actividad intensiva con trabajo humano se ve obligada a aumentar su gasto en personal a medida que crece su facturación total, y cuando esta cae deben recurrir a ajuste en sus plantillas.
Al reducir el carácter variable de los gastos operativos el uso de robots limita la temporalidad en el mercado de trabajo: El uso de robots podría traer contrariamente a lo que se cree, mejora de la estabilidad laboral y no precarizar el trabajo. En la medida en que un ahorro de gasto operativo reduzca el umbral de rentabilidad y el impacto de la producción sobre costes variables, la empresa asume con menor dificultad el impacto de una caída abrupta de ventas. De esta forma muchos menos negocios se verían obligados a cerrar y los shocks de oferta no tendrían que traducirse tan directamente en destrucción de empleo.
Una entidad financiera con uso intensivo de robots tiene coste de funcionamiento más alto que un bar, pero una vez cubierto tiene capacidad de expandir su volumen de negocio sin contratar personal. Si sus ingresos caen, no por debajo del umbral de rentabilidad, el banco tendrá margen para absorber el impacto sin ajustes drásticos en su plantilla. El bar, al no tener robots, demanda volumen de trabajo humano directamente proporcional a su nivel de actividad. A aumento en el número de clientes, contrata más personal, si ese número se reduce, la acción es ajustar la cantidad de trabajo contratado. Por paradójico que suene, los sectores de uso más intensivo de robots podrían ver sus condiciones laborales más protegidas ante el impacto de un shock de oferta que los que sigan en el trabajo manual humano.
Lo mismo pasa con las máquinas y la diferencia de la destrucción de empleo entre sectores más o menos robotizados, análoga a la que existía entre actividades más o menos mecanizadas durante la primera Revolución Industrial. El robot amplía el número de actividades susceptibles a automatizar, permite que más personas se beneficien de la mejora en las condiciones laborales. Aunque un uso intensivo de robots ayuda a las economías a resistir frente a crisis, no es antídoto contra todo problema económico: burbujas financieras, mercados distorsionados o cambios bruscos en patrones de demanda que causan efectos nocivos independientemente de que se empleen robots.
Además de los efectos directos sobre rentabilidad y condiciones de los trabajadores, los robots tienen otras ventajas. Al requerir trabajo virtual fomentan teletrabajo y reduce consumo de papel con efecto positivo medioambiental y los trabajadores disfrutan de más libertad a la hora de elegir su lugar de residencia y facilidad para la conciliación familiar. El aumento del desempleo por la crisis agrava en algunos países problemas ligados al envejecimiento poblacional, en especial, sostenibilidad del sistema de pensiones. Los robots impulsan la productividad y aumentan la renta disponible del pensionista a largo plazo por un doble efecto: Reducción de precios de venta de bienes y servicios producidos por robots y aumento de salario real de los empleados, dándoles capacidad para contribuir al sistema de pensiones.
La economía abierta busca recuperar producto interior bruto perdido, aumentando exportación y para ser competitiva sin reducir salarios es esencial incorporar robots a la producción pues ayudan a que la recuperación sea rápida y los países retomen crecimiento. Al igual que la Primera Revolución Industrial enriqueció una Europa devastada por las guerras napoleónicas, la cuarta traerá prosperidad a la economía tan duramente golpeada por COVID-19.