El domingo 10 de abril vivimos en México el primer ejercicio de revocación de mandato que tenemos en nuestra joven democracia. Los resultados fueron contundentes en dos sentidos. El primero es que hubo muy poca participación en el ejercicio (solo 17 o 18 de cada 100 mexicano registrados para votar, votaron), el segundo es que los que votaron, votaron a favor de la permanencia del presidente (9 de cada 10 que votaron, votaron a favor de la permanencia del presidente).

En estricto sentido que exista en nuestra constitución un medio por el cual los ciudadanos podamos decidir si queremos revocar del poder a un gobernante que no esté cumpliendo con su función constitucional a mitad de su encargo, desde mi punto de vista lo considero correcto. Aquí les pregunto a ustedes ¿Cuántos de nosotros hubiésemos querido revocar el mandato de el expresidente Peña Nieto a mitad de su encargo después de los escándalos de Ayotzinapa y la casa blanca?

En el caso de el expresidente Peña, si hubiésemos tenido el mecanismo de revocación en nuestra constitución lo que hubiese pasado es que nosotros los ciudadanos con una vocación desenfrenada hubiésemos juntado las firmas necesarias (el 3% de la lista nominal en los 17 estados requeridos) y después de eso durante el día de la revocación, con una participación ciudadana nunca antes vista y por primera vez en la historia, hubiésemos destituido a un mal gobernante en el país (lo que pasa después de la revocación es asunto para otra columna).

Por otra parte, considero que la revocación de mandato que tuvimos hace días no era necesaria en lo absoluto. Desde un inicio del ejercicio los que recabaron las firmas para llevar a cabo la revocación fueron los mismos simpatizantes del presidente López Obrador y sus operadores en los estados; los que votaron el 10 de abril en su inmensa mayoría fueron los simpatizantes del presidente López Obrador. Recordemos que el ejercicio se llama revocación de mandato y no ratificación de mandato.

En realidad, la amplia mayoría en México está contenta con el presidente, esa es la pura verdad. Aunque haya un sector que marcadamente no lo quiere, no son mayoría ni de chiste. Por lo que desde mi humilde opinión este ejercicio no se debió haber dado, sin embargo, considero oportuno que en nuestra constitución exista un mecanismo para destituir a los malos gobiernos cuando es evidente que no están cumpliendo con sus funciones constitucionales por lo que fueron electos.