Desde el principio de los tiempos, los humanos hemos levantado la mirada al cielo en busca de respuestas. Nuestros antepasados, interpretaban los sucesos celestiales como mensajes divinos, en los cuales reafirmaban sus creencias y anunciaban el provenir. Observar los movimientos del firmamento era esencial para conocer acontecimientos futuros y los denominados mensajeros o sacerdotes eran los encargados de descifrarlos. Así, todo lo que ocurría en la bóveda celeste, se consideraban un augurio para la región. Del mismo modo, la hora, la fecha y el lugar de nacimiento de una persona permitían situarla en una constelación zodiacal, sugiriendo, de forma subjetiva, las particularidades de su destino.

De este modo, en la antigüedad la astrología y la astronomía estuvieron estrechamente relacionadas. Por un lado, la astrología se enfocaba al estudio de las posiciones planetarias durante su viaje anual y su interpretación en el ámbito terrenal y estaba relacionado con el inicio de las siembras y cosechas. Mas tarde, la astronomía desprendiéndose de la parte supersticiosa de la astrología, logró avanzar como ciencia y ha brindado respuestas concretas y verificables de los fenómenos astrales, transformando el misterio en conocimiento basado en evidencia.

Desde las antiguas civilizaciones de Babilonia, Egipto, China, Maya, Griega, Romana entre otras, encontramos un legado extenso que muestra diversas formas de observar y registrar los movimientos de los cuerpos celestes, junto con sus singulares interpretaciones religiosas y astrológicas, basadas en sus sistemas de creencias.

En la época renacentista, fue el gran Galileo Galilei (1564-1642) quien nos acercó a una nueva forma de observar el cosmos con una claridad sin precedentes. Aunque otros científicos ya habían teorizado sobre el universo, Galileo transformó nuestra comprensión del universo al ser el primero en explorar el cielo de manera sistemática utilizando el telescopio. Galileo plasmó estas observaciones en sus múltiples obras que contienen hallazgos sobre descubrimientos estelares. En uno de estos afirmaba que las estrellas de la vía láctea no eran simples punto de luz, sino un conjunto innumerable de astros. Estas contribuciones marcaron un antes y un después en la historia de la astronomía, que hasta el día de hoy han servido como base para el estudio moderno del cosmos. Galileo comenzó a interesarse en la astronomía cuando a la mitad del año de 1604 ocurre un fenómeno que reorienta el camino del erudito, “la aparición de una estrella nova en el cielo”, sin duda este evento lo motivó a estimular su interés por las ciencias astronómicas. Una anécdota interesante que siempre me gusta contar sobre Galileo Galilei, involucra a Stephen Hawking. En el tricentenario del fallecimiento de Galileo, ocurrido un 8 de enero de 1642, le preguntaron a Hawking si creía posible ser la reencarnación del astrónomo, ya que él había nacido el mismo día, pero 300 años después. Ante la pregunta, con el sentido del humor que siempre lo caracterizó, Hawking respondió: “Tomando en consideración que ese día nacieron alrededor de 300 mil bebes en el mundo ¿qué posibilidad hay de que yo haya sido el elegido?”

Siglos después, el mundo se propuso darle continuidad a la gran herencia de Galileo en la observación del cosmos. Los últimos avances tecnológicos han permitido que no solo existan observatorios en la superficie terrestre, sino que también se hayan desplazado de forma satelital, al espacio exterior e incluso bajo tierra. Hay una amplia variedad de observatorios distribuidos en países como Estados Unidos, Chile y España, entre otros.

Me voy a referir brevemente a dos observatorios que particularmente llaman mi atención: El primero es el observatorio de Mauna Kea se encuentra ubicado en la cima del volcán inactivo Mauna Kea, en la isla de Hawái, a 4.207 metros sobre el nivel del mar. Su objetivo central es comprender el universo mediante el uso de telescopios que permiten a través de la observación el estudio del universo temprano, es decir, estructuras que se formaron poco después del Bing Bang. También realiza la exploración de exoplanetas y analiza asteroides, cometas y lunas cercanas dentro de nuestro sistema solar. El segundo es el observatorio “Alma” se encuentra ubicado en el desierto de Atacama, Chile, uno de los entornos más áridos del planeta, ubicado a 5 mil metros sobre el nivel del mar y cuenta con 66 antenas parabólicas, distribuidas estratégicamente para cumplir con cada objetivo científico. La razón por la que el observatorio se encuentra en ese lugar es debido a que su ambiente extremadamente seco, facilita que no haya interferencia de vapor de agua, permitiendo observar en longitudes de onda y submilimétricas con gran precisión; es decir, que los telescopios ALMA -el más avanzado hasta el día de hoy- usan un tipo especial de luz que permite poder mirar cosas que otros telescopios no pueden ver, como estrellas, y planetas que están en formación o galaxias muy distantes. Principalmente ayuda a determinar características de formación de estos cuerpos celestes para entender su origen y evolución.

A pesar de los avances científicos logrados en la observación cósmica, la interpretación mística de los cuerpos celestes aun continua como parte de nuestra naturaleza humana, revela la conexión con el misterio que entraña y la búsqueda de significado más allá de lo etéreo. El ejemplo más actual es la portada de la edición especial “The Word Ahead 2025” de The Economist, que cada año presenta una colección de fotografías, símbolos, e imágenes relacionadas con los posibles eventos del año próximo en el ámbito social, político y económico. En esta edición destaca en la parte superior la figura del planeta Saturno. Este componente tiene una conexión directa con el tema de mi artículo y explico la razón.

Saturno ha sido favorecido con un sistema de anillos de lo más radiante y hermoso de todo nuestro sistema solar, nuestros antepasados, al igual que yo, estamos maravillados con su majestuosidad. Galileo lo descubrió cuando orientó su telescopio hacia Saturno y se preguntó ¿Qué es ese objeto brillante e inestable? Entonces se dice que “fue la primera persona en observar Saturno como algo más que un punto de luz”. Por mencionar algunas de sus características, es un planeta gaseoso que cuenta con un sistema de 83 lunas confirmadas, completa su órbita alrededor del sol aproximadamente en 29 años terrestres y ha sido objeto de diversas misiones de la NASA, destacando la “misión Cassini”, nombrada en honor al científico Giovanni Domenico Cassini, que curiosamente, inició su carrera como astrólogo, convirtiéndose más tarde en astrónomo. En la mitología griega se cuenta que el universo dio origen a los dioses, no al revés. Cronos el tiempo en los ciclos, es representado como Saturno en la mitología romana, vinculado a lo material, cuyo elemento es tierra. En la numerología, Saturno representa al número 8 que está relacionado con el dinero. En 2025, Saturno transitará entre las constelaciones de Piscis y Aries, sugiriendo al parecer un claro conflicto entre lo material y espiritual, un giro significativo en estructuras rígidas, la necesidad de actuar con responsabilidad y planificación y una reflexión global en los liderazgos poco efectivos y ampliamente rechazados en el mundo.

Como podemos apreciar a lo largo de la historia de la humanidad la observación del cosmos ha evolucionado en gran medida, de ser una práctica espiritual basada en un conjunto de creencias de que los mundos lejanos adquieren ciertos rasgos de la personalidad humana, hasta convertirse en una disciplina científica rigurosa. Sin embargo, a pesar de estos progresos, los humanos aun sostenemos esta fascinación, por observar el cosmos, sencillamente porque es parte de nuestro ADN mirar al cielo y buscar respuestas.

Esto me recuerda la frase de Stephen Hawking, que dice: “Podemos ser diminutos comparados con la majestuosidad del cosmos, pero de una manera real existe solo para ti, porque el universo que ves es el que escogiste de todos los universos posibles y por eso estas aquí. Por eso sin importar cuan mal se pongan las cosas, yo siempre digo, no mires a tus pies mira a las estrellas”. Lo anterior, nos hace reflexionar profundamente.