“Mi enojo no es por la injusticia, sino por el empeño en el que muchos la disfrazan” (Isabel Cendal).
Pues bien, el hecho se repite de lunes a viernes, y lo que parece ser sólo rutina y no tener importancia para los ejecutores de acciones erráticas, en lo particular cala hondo y no es por lo que considero un abuso, sino por la falta de criterio de quienes están en una función que les ha quedado grande, primero por no tener el perfil idóneo, y segundo, por la indolencia y falta de sensibilidad con la que deciden ejercer su minúscula autoridad. ¿De qué estoy halando? Tal vez piense mi culto lector que se trata de ventilar una incomodidad personal que afecta mi estado de supuesto confort laboral, no, no se trata de eso, porque los que bien conocen de mi ejercicio profesional, saben que trato de poner mi mejor empeño para cumplir con la normatividad oficial, pero sobre todo, con la ética que exige nuestra profesión.
Es responsabilidad de cada trabajador de la salud el velar por una atención de calidad a los pacientes y agréguele, por razones obvias, de darle seguridad a los mismos para asegurar su bienestar, pero parece que todo esto es letra muerta en un sistema donde sólo se privilegia el indicador cuantitativo del proceso de salud-enfermedad.
Difícil tarea la de cualquier gobernante, de querer corregir tantas anomalías existentes, si los propios administradores o gestores de servicios de salud, tienen una visión tan corta, que más de requerir de acciones de presión negativa para alinear lo menos malo para quedar en un estándar de pésimo, en la falsa idea de que así no se notarán los descalabros.
“Quien tenga oídos para entender, entienda” (Mt 13:9)
“El tiempo es tan sabio, que no sentencia de inmediato, pero al final da la razón a quien la tiene” (@Candidman)

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