¿Cuándo fue la última vez que sentiste el amoroso roce de una mano deslizarse por tu cuerpo? ¿Cuándo el suave contacto de unos labios en la delicada piel de los párpados cerrados de tus ojos cansados? ¿Cuándo fue la última vez que escuchaste la fina vibración de las palabras que te dan paz y consuelo? Seguramente no has tenido tiempo para ti, para recibir la gratitud por todos tus esfuerzos diarios, o quizá, quien debería de hacértelo sentir no ha notado que has estado aquí todo el tiempo, porque tu ser está siempre ocupado resolviendo lo resuelto, creando lo creado, fingiendo que estás vivo sólo por el hecho de seguir caminando, de seguir gastando la energía que te mueve y al activarse el sistema de encendido, el mismo que te olvidas en apagar cuando dices que te sientes cansado, cuando por fin detienes la carrera sin destino, cuando tu cuerpo material por fin se da por vencido y se integra al material que se supone está hecho para descansar, pero que por alguna razón, no logras desconectarte, al grado de dejar de sentir que la almohada y cama parecen un sólo bloque de cemento, que mantiene despierta cada parte donde se sostiene tu maltratado cuerpo.
Si estás consciente de todo lo que te pasa, ya sea que estés dormido o despierto, también deberías estarlo, de que nadie más que tú puede permitirse un momento, para amarse como siempre debió haberse hecho.
Cierra tus ojos, relájate y empieza a soñar en las bondades que mereces recibir, porque eres la creación más grande del universo, fuiste creado a imagen y semejanza por un Padre que rebosante de amor, te concedió el grandísimo honor de llamarte hijo y a través de su espíritu, te dio la vida para animarte.
Correo electrónico:
enfoque_sbc@hotmail.com