¿Qué para qué sirve quedarse en casa? Bueno, cada quien podrá tener su opinión, pero a mí me ha quedado muy claro, además de cumplir con las recomendaciones de las autoridades sanitarias para evitar formar parte de las estadísticas de morbimortalidad, entre otras cosas, me ha servido para medir mi resistencia integral. ¿A qué me refiero con esto de integral? Empecemos desde el inicio: El dieciocho de marzo se me dice en el trabajo que formo parte del grupo de riesgo para contraer COVID-19 y debería quedarme en casa hasta nuevo aviso, cuando escuché esta indicación, tuve sentimientos encontrados, por un lado pensé, éste receso me servirá para descansar, pues llevaba arrastrando muchas horas de cansancio, pero por otro lado, empecé a tener remordimientos, pues no quería abandonar mi responsabilidad como servidor público, ya que no estoy acostumbrado a ausentarme de mis labores; en 40 años de servicio, sólo falté en dos ocasiones, la primera, cuando adquirí el Dengue durante la primera epidemia de esta patología, entonces me encontraba trabajando en Cd, Mante, Tam.; la segunda ocasión, fue hace dos años debido a presentar un cuadro de abdomen agudo con motivo de un padecimiento de vesícula, fui intervenido quirúrgicamente y guardé el reposo correspondiente; en fin, poco convencido me vine a casa y hasta ahora he respetado el confinamiento de manera estricta, pues me quedó claro que no son vacaciones. Durante mi estancia en el hogar, he mantenido contacto con mis compañeros del Núcleo Básico de Salud, bajo mi responsabilidad; también debido al confinamiento he luchado por resignarme temporalmente por no estar con mi madre, mis hijos, mis nietos, mis hermanos y mis amigos, lo que me ha afectado moral y emocionalmente; por otro lado, mi condición física también se ha visto afectada, ya que cuento con muy poco espacio para deambular en mi hogar y aunque realizamos algunos ejercicios prácticos, no son suficientes para mantenerme en forma; el cambio de hábitos está también contribuyendo a modificar mi metabolismo, los horarios para tomar alimentos y la hora para dormir han sido modificados, predisponiéndome a trastornos digestivos y del sueño. A las dos semanas empecé a tener variaciones en mi estado de ánimo, que fluctuaron entre la ansiedad y la depresión, afortunadamente con el apoyo de mi esposa he mantenido a raya a estos trastornos mentales y ella que también muestra evidencias de todo lo anterior, se apoya en mí para no dejar que esta situación rebase lo tolerable. Se dice que “Dios nunca te dará una carga que no puedas llevar, porque Él sabe qué tan fuerte eres” y realmente creo que es una verdad indiscutible; espiritualmente me siento muy fortalecido y por mi fe confío, en que pronto estaremos de nuevo retomando el camino, pero ahora, con la firme convicción de que esta experiencia nos ha mostrado un aspecto de la vida que teníamos olvidado: Hemos venido al mundo para ser felices, hemos recibido de Dios la mejor de las herencias: su amor y un planeta vivo que siente y que se alegra cuando vivimos en armonía y que sufre cuando nos volvemos seres irracionales y ambiciosos, que pone en evidencia nuestro alejamiento de Dios.
Correo electrónico:
enfoque_sbc@hotmail.com