Buscar en lo dulce la respuesta para saciar la ansiedad, no suele ser la mejor decisión para mejorar la vida, la amargura, llega precisamente por no pensar bien las cosas; y así como el cielo gris no alienta para mejorar el ánimo, la necesidad de endulzar el sabor amargo de la triste despedida, nos avisa, que si aún hay esperanza, ésta, siempre conducirá a la búsqueda de la ansiada luz para despertar a la realidad del día con día, dejando atrás la nostalgia y las tardes grises de melancolía.
Sentarse en una banca de una plaza por demás concurrida, en esa hora que se tiene que regresar andando, con los pies casi descalzos, de tus sufridos pasos, para despedir el día, para decirle adiós al tiempo, que sin alegría va descontando la poca energía que va quedando, cuando los años se los lleva el viento sin saber que habrá otro día, cuando buscaste entre las horas perdidas, y no encontraste el motivo que le regresara a tu vida, la satisfacción de sentirte vivo.
Y qué hay de ese llanto, que sin avisarte, se va escapando con el más mínimo detalle de una emoción sentida, sentimiento que sin quererlo, te va rozando el alma, para recordarte que estás aquí, aunque el día se torne gris y te lleve sin desearlo al encuentro con la soledad temida.
Sentarse, no por querer hacerlo para paliar el cansancio que se va acumulando con la juventud perdida, sentarte, para demostrarle al tiempo que hay mucha diferencia entre un objeto y un corazón palpitante, que lo único que pide, es que quede en evidencia que hay una verdad divina que no se olvida.
Cuando me viste ahí, sentado en aquella banca llamada soledad, con mis piernas extendidas para verme aún más grande de lo que fui, dime amigo mío, dime, qué pensaste, pero dímelo con el corazón, te lo pido, porque mi alma y mi corazón, siempre estuvo esperándote para que te sentaras junto a mí, para abrazarme de tu misericordia, para sentirme fuerte, para robarte un poco de esa envidiable energía que te sobraba y me faltaba a mí.
Mira cómo va cayendo la tarde, mira cómo se resiste el cuerpo a no dejarla ir, porque parte de nuestro tiempo se va con ella, porque algo te quiere decir antes de que te vayas a dormir, para esperar el nuevo día.

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