Tarea de titanes es reconstruir México, ajena a cualquiera de los candidatos que postule a la Presidencia de México, uno de los más productivos negocios que el Estado mexicano institucionalizó, los partidos políticos. Es increíble la manera tan aparentemente firme con que se conduce la dinámica productiva del gobierno en lo que respecta a PEMEX y CFE, ambas saqueadas por décadas de manera directa en sus finanzas; saqueadas en los productos que comercializan, y saqueadas en el cobro por esos productos. Les pegan como si fuesen calcomanía, “por arriba, por abajo, por los lados”.

Con el recurso humano de que disponen viciado, con una sociedad acostumbrada a obtener lo más barato posible gasolina y energía eléctrica, con equipamiento e infraestructura obsoletos, es increíble que el flujo de energéticos se mantenga en la mayoría de las regiones del país en niveles aceptables. De los inmensos y variados recursos de la minería mexicana no habla el Estado Mexicano.

No se menciona cuánto aportan al Producto Interno Bruto mexicano; es un tema tabú para el Estado que desea continuar ocultando que el 70% de esta riqueza está en manos extranjeras. Hace décadas la explotación de la riqueza del mar era parte importante de la producción primaria nacional. Décadas hace que ya se ignora la manera en que el Estado, lo que deja la explotación de nuestro mar por países extranjeros con complacencia y autorización del Estado.

La violencia derivada de la guerra al narcotráfico es un daño intencionadamente provocado a la sociedad, pues en el temor y caos que prevalece surgen por todo el país tiburones que se llevan la riqueza de los mexicanos a través del secuestro, la extorsión, el despojo, etc. Aún con el Ejército y la Marina en las calles, la droga llega a Estados Unidos. La coalición Estado-Crimen permite ampliar las ganancias y mantiene al Estado en el poder.

Los gobernadores, los titulares de empresas paraestatales, los líderes políticos y de organizaciones se dedican a saquear sin contrapeso político que lleva a los Poderes Legislativo y Judicial a intervenir, acotar el poder que tienen y a aplicar las leyes para castigar a las ratas del poder y permitir que México sea el gran país a que tiene derecho por sus variados e inmensos recursos naturales.

Y lo peor, es una minoría la que se dedica al crimen organizado público y privado; esa minoría tiene en sus garras al país, mientras la inmensa mayoría de los mexicanos se dedica a laborar en la tarea que el destino o la suerte le asignó, a vivir con dignidad de manera honesta.

Los discursos del estado Mexicano salen sobrando ante la ausencia de acciones concretas para evitar la corrupción. No se crea la oficina anticorrupción ajena al Poder Ejecutivo; no se licitan obras, compras y proyectos con transparencia y con conocimiento público en línea a pesar de que la tecnología así lo permite y por lo tanto no hay hechos que avalen los discursos anti corrupción.

La corrupción en México es un “Johnnie Walker”, “continúa campante”.