Cuando pensamos sobre el significado de “inteligencia”, se nos vienen a la mente diversos conceptos breves, como la capacidad de razonar, comprender, aprender, adaptarse, resolver problemas y tomar decisiones, entre otros. A partir de estas ideas, surge la pregunta sobre qué entendemos por “la razón en la argumentación”. Este tema, complejo y ampliamente estudiado, ha sido objeto de reflexión en diversas culturas a lo largo de la historia. En la filosofía griega, destacadas figuras como Sócrates, Platón y Aristóteles realizaron valiosas contribuciones al estudio de la razón y su papel en la vida humana. Desde entonces, “la razón” ha sido fundamental en el desarrollo humano, desempeñando un papel crucial, especialmente en la esfera política.

Los sofistas eran un grupo de pensadores y maestros que tenían habilidades retóricas, argumentativas y dialécticas excepcionales, capaces de convencer a grandes audiencias, generalmente en lo político. Los griegos también empleaban lo que se conoce como la “malicia de Ulises”, que implica el uso astuto e inteligente de la argumentación para anticiparse a la retórica de los contendientes y mantener el control en situaciones políticas específicas.

Existe una definición que los griegos llamaban “Metis” se refiere a la inteligencia práctica. A menudo se asociaba con habilidades tales como la pesca (las redes), la “cacería” (las trampas), la inteligencia del tejedor, del carpintero, la maestría del navegante. En mi opinión, “Metis” se relaciona con un tipo de “inteligencia” que aplicado a “la política” tiene una estrecha relación con “la astucia” en el pensamiento y la acción, es aquella persona que aprovecha de su experiencia, que piensa en el presente, pero no olvida el pasado y el futuro, es previsora, precavida, cautelosa, adaptable porque se acopla a circunstancias diversas.

Para la cultura griega, la mitología era mucho más que simples relatos fantásticos, en ellos se explicaba el origen del mundo, la naturaleza, los seres humanos y los dioses. Cada uno de sus relatos representaba una manera de entender y dar sentido al mundo que los rodeaba, en ellos encontraban una explicación a los fenómenos naturales, sus orígenes y quienes eran como pueblo. También servían como ejemplo de modelos de comportamientos a imitar o evitar.

En la mitología griega, Metis era una antigua divinidad titánide femenina, hija del Dios Océano, la primera esposa de Zeus. Según el mito cuando “Metis” quedó embarazada de Atenea, se profetizó que su hijo sería más poderoso que su padre y para evitar que esto sucediera, Zeus la devoró. Metis es considerada una de las deidades mas importantes y respetadas en el panteón griego.

Los lideres políticos con “Metis” son aquellos que tienen la habilidad de negociar, identificar y aprovechar oportunidades para alcanzar acuerdos beneficiosos para ellos o su país. Utilizan tácticas diplomáticas y estratégicas para influir en las negociaciones y lograr sus objetivos políticos. El hombre con “Metis” nunca se identifica con la inconciencia o la falta de constancia, tiene la capacidad de hacer alianzas, de hacer compromisos, de sumar, porque en su naturaleza esta la prudencia, y la perspicacia. En la mitología griega, cuando se da la lucha que opone a Zeus con Prometeo, Zeus triunfa creando a “Pandora”.

En un momento complicado en la actualidad como el que enfrenta nuestro país, con tantas propuestas políticas en juego, la importancia del discurso no ha disminuido a lo largo de los tiempos. El poder de la palabra reside en su capacidad para persuadir y respaldar los hechos presentados como verdades. En el ámbito político, resulta fundamental contar con líderes que posean astucia y habilidades de persuasión, así como con ciudadanos que ejerzan un pensamiento racional y crítico. Esta combinación de “Metis” en los políticos y el ejercicio de “la razón” por parte de los ciudadanos ha sido una pieza fundamental en nuestra evolución como especie, es el camino hacia una sociedad justa y equitativa.

Franklin D. Roosevelt, quien fue presidente de los Estados Unidos desde 1933 hasta 1945, refiere: “La Democracia no puede tener éxito a menos que los que expresan su elección se preparen para elegir sabiamente. La verdadera salvaguardia de la democracia, por lo tanto, es la educación”. Manifiesta su convicción en la importancia del conocimiento y la educación, para el funcionamiento efectivo de la democracia, subrayando que una ciudadanía informada y educada es esencial para preservar los principios democráticos y tomar decisiones políticas responsables.