“No quiero ser sólo un recuerdo, quiero ser una parte viva de aquellos que me conocieron y me llegaron a amar”. Eso fue lo que me dijo mi padre en sueños cuando aún su espíritu esperaba turno para ascender a las alturas celestiales; cuando tengo ese tipo de sueños que podrían entrar en la categoría de sueños lúcidos, siento que podría no estar dormido o durmiendo como se debe, después de todo, el hecho de poder soñar con las personas que amas no deja de exaltar la energía que debería de estar ocupada en otros menesteres mientras dormimos. Bueno, el caso es que la frase que cito al inicio me dejó pensando: “No ser sólo un recuerdo, sino una parte viva” tal vez pocos sean los que en alguna ocasión se han puesto a pensar, si trascender de esa manera resulta importante, sobre todo, después de que la energía vital sale del cuerpo que dejó de funcionar. Seguir viviendo de alguna forma entre las personas que viven, después del cese de las funciones vitales, ha de ser una experiencia extraordinaria, sobre todo si existiera conciencia de ello.
Esta narrativa surge por el hecho del reciente aniversario luctuoso de mi padre, cuyo recuerdo lo plasmé en mi Facebook, y cuál fue mi sorpresa, que la familia, muchos de mis amigos virtuales, conocidos de mi padre, le dieron vida de nuevo a su presencia, y entonces él, agradeciendo el hecho, se manifestó en sueños para que por mi conducto se agradeciera a todos, ese maravilloso detalle de acordarse de él como la persona que interactuó denotando más que sus defectos, sus virtudes.
Gracias familia, gracias amigos por mantener vivo el recuerdo, o como él dijo en sueños: “La parte viva” que de él quieran tener en sus nobles corazones.

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